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El fracaso escolar pesa más que la droga en la reincidencia de menores

Casi la mitad de los adolescentes internados vuelven a delinquir al salir del centro

Jesús García Bueno

Un menor delincuente que consume drogas a diario corre el riesgo de volver a la senda del delito en cuanto abandone los brazos de la justicia juvenil. Pero, contra la creencia popular -extendida también entre los profesionales-, la ingesta de tóxicos no es el principal factor que conduce a la reincidencia. Ese lugar lo ocupa, con gran diferencia, el fracaso escolar. El 66% de los chavales que suspenden curso, obtienen malas notas o forman parte de grupos especiales para estudiantes de bajo rendimiento sufren un riesgo "alto" de volver a robar o agredir.

Son los resultados de un cuestionario elaborado por el Departamento de Justicia, que por primera vez posee datos del riesgo de reincidencia de los menores delincuentes. El test, que consta de 42 indicadores, se realizó el año pasado a 2.168 adolescentes entre los que duermen en centros de internamiento y los que disfrutan de un régimen abierto.

El fracaso escolar no actúa solo. Los factores de riesgo tienden a acumularse. El 61% de los chavales que han cometido previamente actos violentos, el 60% de los que van en compañía de otros chicos que delinquen y el 53% de los que son educados de forma deficiente por sus padres también sufren un riesgo "alto" de reincidir. El consumo de drogas ocupa el sexto lugar. En el otro lado de la balanza, lo que más ayuda a los chicos a abandonar la mala vida es su actitud positiva, la influencia de un adulto o la empatía con las víctimas y los remordimientos de conciencia.

Casi la mitad de los internos (el 44,5%) tienen altas posibilidades de volver a las andadas, según el estudio. El porcentaje cae al 16% entre los menores en régimen abierto. Esta diferencia abismal se explica porque en los centros de internamiento están los menores que han cometido delitos más graves (algunos, con altas dosis de violencia) y aquellos que, pese a su corta edad, acumulan ya un largo historial de detenciones.

El cuestionario contiene preguntas sobre la vida y el entorno del menor. Por ejemplo: "¿alguna persona de tu familia ha estado alguna vez en prisión?, "¿alguna vez has estado tan deprimido que has pensado en acabar con tu vida?". El cariz del interrogatorio ha generado recelos entre los profesionales y, a instancias de estos, el síndic de greuges, Rafael Ribó, ha pedido a Justicia que reconsidere su aplicación. El departamento, sin embargo, defiende la utilidad del test porque bucea en las causas de la violencia juvenil y puede servir de guía a fiscales y jueces a la hora de dictar las medidas más oportunas sobre los menores.

El cuestionario SAVRY, que así se llama, no es nuevo. Holanda, Bélgica y el Reino Unido ya miden el riesgo de reincidencia. En Cataluña, sin embargo, solo existían hasta ahora estudios sobre adultos. Estos indicadores tampoco son demasiado halagüeños: el 37% de los presos corren el riesgo de reincidir tras abandonar la cárcel.

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Primer test sobre menores reincidentes

- El cuestionario. El Departamento de Justicia ha realizado el test a 2.168 menores. De estos, 496 permanecen en centros de internamiento y 1.672 en régimen abierto.

- Riesgo alto. El 44,5% de los menores internados tienen un riesgo alto de reincidir. El porcentaje es del 16,4% en el caso de los menores en libertad vigilada.

- Factores de riesgo. Los factores de riesgo son, de mayor a menor importancia: el fracaso escolar (66,5%), la comisión de actos de violencia previos al delito (61%), la delincuencia en el grupo de iguales (60%), la escasa contención de los padres (53%), la comisión de otros delitos no violentos, como los robos (47,5%), y el consumo habitual de drogas (45%).

- Factores de protección. El 70% de los jóvenes que muestran una actitud positiva no reinciden. El 63% de los que son tutelados por un adulto tras su paso por el centro de internamiento, tampoco.

Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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