Fogones sin aburrimiento
El cocinero guipuzcoano David de Jorge publica su tercer libro - "Nos hemos tomado la gastronomía de una forma demasiado seria"
Si a David de Jorge (Hondarribia, 1970), le hubieran dicho cuando aún era un adolescente que llegaría a publicar tres libros de cocina, el último de ellos hace apenas dos semanas, y a presentar el programa Robin Food en ETB "sin tapujos", no se lo habría creído. Era difícil de imaginar para un chico que desarrolló su pasión culinaria observando cómo cocinaban las mujeres en su casa. "Era otra época. Nunca me dejaban a mí. Creo que ahí empezó mi gusanillo por los fogones", recuerda nostálgico.
Su pasión fue creciendo paulatinamente, pasando horas y horas frente al televisor fijándose en Elena Santonja y alabando a Karlos Argiñano, o guisando en las ollas de los restaurantes de Pedro Subijana o Martín Berasategi. "Me había dedicado a la cocina más metido en la trinchera, dando luz a otros, trabajando para proyectos que no eran míos", explica.
El chef trabajó en los restaurantes de Martín Berasategi y de Pedro Subijana
De Jorge se considera "un cachalote anormal que cocina sin bobadas"
Hasta ahora. "Ha llegado el momento de hacer lo que me apetece", desafía sonriente. Dicho y hecho. El cocinero decidió crear la sociedad Gourmandia con Martín Berasategi, "sin él habría sido imposible", e impulsar su carrera de otra manera. "Cocinar es lo único que sé hacer medianamente bien, me lo paso como un enano con un palote y lo intento transmitir", indica. "Hay otros caminos complementarios e igual de válidos con el oficio, como la edición, la escritura y la tele", afirma.
Sorprendido por su éxito, cree que se debe a que "cocina de forma natural, rehuyendo el aburrimiento de la gastronomía intelectualoide, porque soy un cachalote anormal que cocina sin bobadas". En este sentido, De Jorge opina que existe otro tipo de cocina, en la que la noticia es "el nuevo champán con oro", una forma de trabajar siempre en la línea del espectáculo. "No soy quien para juzgar, pero a mí esa cocina artística o pirueta intelectual no me interesa", abunda.
El chef es de aquellos que piensan que se ha tomado la gastronomía de una forma demasiado seria. "No nos podemos reír ni de nuestra propia comida", enfatiza. Al fin y al cabo, "todos somos unos guarrindongos, todos tenemos perversiones. Hasta [el obispo] Munilla y el lehendakari son capaces de mezclar un pepinillo con mermelada al llegar a casa", bromea.
Lector ávido de todo lo que se encuentre en los anaqueles de su biblioteca, "desde los clásicos más antiguos hasta los prospectos de los medicamentos" en un país en el que "mandan el fútbol y la prensa rosa", De Jorge asegura que, por lo general, los cocineros son "muy desordenados; no pueden tener un horario para las comidas". De cualquier manera, no tiene que ser sencillo mantener el equilibrio en un trabajo que exige una implicación y una "perfección" tal y en el que el día a día transcurre probando constantemente nuevos alimentos.
Con todo, De Jorge, ecién casado, remarca que sigue apeteciéndole cocinar cuando llega a su casa.
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