Philippe Avron, un purasangre del teatro francés

El actor Philippe Avron tuvo que interrumpir hace dos semanas la interpretación de su último espectáculo, Montaigne, Shakespeare, mi padre y yo, programado hasta el 29 de julio en el festival de teatro de Avignon, tras sentirse indispuesto durante una de las funciones. Finalmente, Avron murió la noche del viernes a los 81 años de edad. El ministro de Cultura, Fréderic Mitterrand, ha rendido homenaje a un "artista de talento completo" que "vivió su arte como un purasangre hasta los últimos días de su vida".

Avron nació en Croisic, en Loire-Atlantique, el 19 de septiembre de 1928 y fue alumno de Jacques Lecoq, que en 1956 abrió su escuela de mimo y de teatro corporal en París, centro en el que también enseñó como profesor. Ahí conoció a su cómplice Claude Évrard, con quien a partir de los años sesenta creó unos espectáculos humorísticos con los que triunfaron en diferentes salas parisienses. El éxito les abrió las puertas de los platós de televisión en los años setenta.

Recibió dos premios Molière al mejor espectáculo en solitario

Pero el actor fue ante todo un hombre de teatro y fue precisamente en Avignon, donde se había convertido en uno de los habituales del festival, que descubrió la magia de los escenarios al asistir a una representación de Antígona, de Sófocles, dirigida por Jean Vilar. Con este inició su carrera y entre 1960 y 1964 actuó en obras como El Alcalde de Zalamea, de Pedro Calderón de la Barca; Los Rústicos, de Carlo Goldoni o El Ávaro, de Molière.

A partir de ahí ha trabajado con grandes nombres del teatro, como Peter Brook, Benno Besson y Roger Planchon e interpretado grandes clásicos como Hamlet, Sganarelle o Don Juan. Otro personaje clave en su carrera fue el del juez Azdak en El círculo de tiza caucasiano de Bertolt Brecht, adaptado por Besson. Aunque la gran consagración le vino con el papel del príncipe Mychkine, en El idiota, de Dostoievski, adaptado y dirigido por André Barsacq en el Teatro del Atelier en 1965 y 1966. Recibió entonces el primer reconocimiento público al ser galardonado con el premio del sindicato de la crítica al mejor actor.

En 1980, con Pierrot d'Asnières, el artista inició su carrera como autor y empezó a crear espectáculos que defenderá solo en las tablas ante el público. Dos de ellos le valieron ser recompensado con el Molière, premio nacional de teatro francés, al mejor espectáculo en solitario. El primero fue en 1999 por Je Suis un saumon (Soy un salmón) y el segundo en 2002 por Le Fantôme de Shakespeare (El Fantasma de Shakespeare). La última de sus creaciones fue la que hace apenas dos semanas interpretaba en Avignon, basada en los Ensayos de Montaigne.

También ha actuado en una gran variedad de películas para la televisión y para la gran pantalla como en Fifi la plume (1965), de Albert Lamorice; Les Fêtes Galantes (1965), de René Clair, y Bye, Bye Barbara (1968), de Michelle Deville. El jueves, será enterrado en Hardivilliers-en-Vexin, en el norte de Francia.