"El certamen necesita a alguien con una frescura que no tengo"
Ya se le nota más relajado, hablador. Da la sensación de que su sonrisa casi eterna se ha vuelto más auténtica y desbordante. Han pasado 15 días desde que se hizo pública la decisión de abandonar la dirección del Festival de Cine de San Sebastián y Mikel Olaciregui (Pasaia, Guipúzcoa, 1956) reconoce que se ha quitado un peso de encima. No le falta ilusión pero sí energía, confiesa, para seguir tirando de este carro. La edición del próximo mes de septiembre, la número 58, será la última de Olaciregui, tras 10 años en la dirección del certamen y ocho como gerente. Le sustituirá José Luis Rebordinos.
Pregunta. ¿Cuándo lo decidió?
Respuesta. Era algo que ya venía anunciando desde hace dos o tres años, cuando se cumplieron mis 15 años en el festival, yo no distingo mucho entre mi puesto de gerente y de director. Entendía que era un ciclo acabado. Al final de la edición del año pasado planteé que empezara a haber un movimiento de cambio.
"Estar luchando contra todos los elementos tampoco ayuda mucho"
"Es muy doloroso cuando tu elección no coincide con el público y la crítica"
P. ¿Le costó?
R. No, porque lo vi como un hecho natural. Llega el momento en el que sabes que ya has estado un tiempo suficiente al frente de una maquinaria cuya puesta en marcha es compleja.
P. ¿Lo ha sentido como una liberación?
R. Sí, me siento liberado. Me he quitado un peso de encima, llevaba tiempo viviendo la situación como una carga.
P. Usted ya habló hace meses de savia nueva que aportara ilusión, ideas y competitividad ¿A usted se le han acabado?
R. No quiero hablar de ilusión porque se puede interpretar como que yo no la tengo y no es eso, pero sí tengo la sensación de que se necesita alguien que lo coja con otra frescura, que aporte un plus que yo en este momento quizá no tengo.
P. ¿Ha pesado también el exiguo presupuesto que manejaba?
R. No, porque siempre he vivido con presupuestos exiguos, aunque es verdad que estar luchando contra todos los elementos tampoco te ayuda a seguir. Es una decisión de índole vital más que de enfrentarme a cierto tipo de dificultades, porque las hemos tenido, y mucho, y siempre las hemos sorteado.
P. ¿Qué hará ahora?
R. Rebordinos, al ser elegido, me pidió contar conmigo. Yo no quería ser ni un consejero ni un Pepito Grillo que estuviera detrás de él. Me pidió algo con lo que me siento cómodo, como es llevar las relaciones con el mundo anglosajón.
P. ¿Encontró comprensión en las instituciones?
R. La primera vez que se lo comenté al alcalde empezaban los primeros síntomas de la crisis económica y me pidió que no lo hiciera en tiempo de crisis. No era cuestión de estar sine die hasta que mejorara la situación económica. Hay gente que no lo entiende, pero, como ya he dicho, son muchos años y empiezo a notar un cierto cansancio.
P. ¿Quién propuso a José Luis Rebordinos?
R. Odón Elorza.
P. ¿Qué valores resalta de su sustituto?
R. Tiene ese entusiasmo y ese amor por el cine fundamental para este cargo. Conoce muy bien el festival por dentro y sabe perfectamente el maremágnum que le espera. Controla muy bien la industria y tiene grandes virtudes y experiencia para sacar adelante el festival.
P. En este cambio, ha aparecido una rival, Paz Lázaro, propuesta que partió del director de ICAA, Ignasi Guardans.
R. No es un tema del que me guste hablar por respeto a una persona que optó a un trabajo y que no ha conseguido. Lázaro es muy buena profesional, que desarrolla su trabajo en el festival de Berlín y no sé por qué se filtró su nombre.
P. Pero es la primera vez que desde Cultura se propone un candidato de fuera de la estructura del festival.
R. Sí. Pero era totalmente legítimo. Como cualquiera de los socios, el director del ICAA tenía todo el derecho a hacer su propuesta, pero lo que es verdad es que rompía con una línea de continuidad en la estructura del festival.
P. ¿Qué es lo que más quebraderos de cabeza le ha provocado?
R. Aquí te juegas todo el año en 10 días. Cuando seleccionas una película es porque crees en ella y que será beneficioso para ella y para el festival. Conciliar ese deseo tuyo con una realidad que está fuera de tus manos es muy complicado. Es doloroso cuando no coincide con el público o la crítica. Tengo pavor a esos momentos. Otra angustia fue el traslado al Kursaal.
P. ¿En la próxima edición tirará la casa por la ventana?
R. No, la abordaremos como cualquier otra. Tengo una responsabilidad económica con los presupuestos que me han aprobado y voy a procurar que sea una edición como las anteriores.
P. ¿Ha sido ETA también una de las preocupaciones?
R. Creo que más que de la persona que está al frente del certamen es la preocupación de cualquier ciudadano.
P. ¿Un momento feliz?
R. Ha habido muchísimos. Han sido un sueño. El festival me ha dado lo mejor de mi vida profesional y estoy seguro de que no se repetirán. Destacar uno me resulta dificilísimo, pero por ejemplo conocer, gestionar y conseguir que Robert Mitchum, un mito del cine, aceptara el primer premio Donostia, justo el año en el que yo empecé a trabajar.
P. ¿Y el más triste?
R. Quizá los atentados del 11-S a pocos días del comienzo de mi primer festival como director. Me estrené con uno de los momentos más duros.
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