Parar, templar y...
Fue una corrida de plaza de Primera. La presentación de los toros no respondía a la categoría de tercera que ostenta la plaza de Azpeitia, sino que podían haber sido lidiados en cualquier ruedo de máxima exigencia. Los seis astados eran cinqueños; salvo el tercero, fueron grandes, destacando el primero y el sexto, con aparatosas cornamentas como el cuarto y con mucho trapío. La primera corrida de la feria deja muy alto el listón de presentación ganadera.
Era, sin duda, lo que el público estaba esperando, pues hubo toros aplaudidos de salida y los tendidos manifestaron en varias ocasiones la superioridad de los astados sobre los espadas. Porque la corrida fue muy exigente, muy complicada, pero no mala y los espadas tuvieron ocasión de no irse sin tocar pelo.
DOLORES AGUIRRE / MORENITO, FANDIÑO Y DELGADO
6 toros de Dolores Aguirre, todos cinqueños y de excelente presentación; mansearon en el caballo casi todos y fueron muy exigentes en la muleta, destacando las complicaciones del quinto.
Morenito de Aranda: pinchazo delantero y estocada (silencio) y pinchazo hondo, estocada delantera y descabello (silencio).
Iván Fandiño: estocada tendida y dos descabellos (saludos) y estocada casi entera (palmas).
Miguel Ángel Delgado: Media estocada, pinchazo, casi entera y tres descabellos (algunos pitos) y media caída (silencio).
Plaza de Azpeitia. 30 de julio de 2010. Media entrada. Primera de Feria.
Para ello, era obligado cumplir el mandato de la tauromaquia de parar, templar y mandar. Había que ponerse y, hacerlo de verdad, como en algunos compases de la faena del segundo demostró Iván Fandiño, que estuvo cerca de meter en la muleta a un toro que fue a más durante la lidia. El viento hizo dudar al de Orduña, que no llegó a estar a gusto. Con todo, el vizcaíno tuvo el peor lote, ya que el quinto fue una prenda con la que Fandiño tuvo que tragar en el último tercio después de haber brindado a sus paisanos del Ochomayo.
La exigencia de los toros de Dolores Aguirre es algo poco habitual en las corridas de hoy en día y se notó. Poco tardó en vibrar la afición cuando Morenito de Aranda ligó tres muletazos al espectacular chorreado que abrió el festejo, pero pronto se le acabó la gasolina al torero burgalés. Un susto, una ráfaga de viento y ya fue incapaz de plantar los pies en la arena. Lo mismo le ocurrió en el cuarto, un toro para tocar pelo. Sin embargo, Morenito salió decidido a ver las dificultades y no la oportunidad; siempre con la muleta retrasada acabó por enseñar sus precauciones.
El mejor toro cayó en manos del inexperto Miguel Ángel Delgado. Era su tercera corrida de la temporada y se notó. Ofreció una pésima lidia en los primeros tercios y desperdició al sexto, un tranvía que se cansó de pedir al torero sitio en su muleta. Cuando lo lógico en un torero inexperto habría sido exprimir la faena, acortó y dejó de piedra a los tendidos que soñaron por unos momentos en que se iba a dar una buena faena.
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