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Entrevista:DIEGO 'EL CIGALA' | Cantaor

"Hay flamencos en Madrid, pero están escondidos"

Su hijo Rafael, un pequeño de melena tan larga como la de su padre, no para de corretear. Pero Diego El Cigala necesita descansar: quiere estar bien para su cita. Hoy, el cantaor cerrará los Veranos de la Villa. Será la ocasión de lucir esos tangos hirientes que él ha hermanado con el desgarro flamenco en Cigala & Tango. Eso sí, "sin desvirtuarlos". Más de 24 horas antes, en su chalé de Villaviciosa de Odón, está algo inquieto. De repente, hace amago de arrancarse, y lanza un verso. "¿Ves?", se dice a sí mismo, buscando un matiz que se resiste.

En chándal, con esa elegancia que da haber crecido en el barrio de Lavapiés, El Cigala reconoce que la cita de hoy le preocupa especialmente. "El público de Madrid es uno de los que más respeto me causa. Es muy exigente, quiere ver al Cigala como lo ha visto siempre. Lágrimas Negras y Dos lágrimas causaron mucha impresión", reflexiona. "Están mal acostumbrados, no es culpa suya. Madrid siempre fue la meca del flamenco, donde había que venir para triunfar. Incluso Camarón tuvo que consagrarse aquí".

"Yo soy un artista de improvisación e impronta", se define
"Si no cantara, hubiera sido futbolista. Soy madridista a morir"

A lo lejos, Rafael se baña en la piscina. Su padre está destrozado, pero ha tenido fuerzas para levantarle por lo alto, en un respiro que le han dejado los periodistas. Desde que vive en este tranquilo chalé a las afueras de Madrid no parece añorar las calles donde creció. "Ya no queda nada. Mira, me acuerdo que antes te tomabas tu moscatel, tus aceitunitas, en La Campana de Málaga. Era una tasca de Lavapiés, en la calle de Ave María. Ahora hay una tetería. Los comercios son de chinos, no conozco a nadie. Todo muy cosmopolita, pero no es lo mismo".

El bar Candela le trae buenos recuerdos. "Iba después de ensayar, allí se han vivido fiestas y momentos de genios", apunta. A algunos de esos genios los conoció siendo niño, cuando iban a su casa. "Mi padre cantaba en el tablao de Torres Bermejas. Venía por la noche, podía traer a Camarón o a Paco de Lucía... y me despertaban para que les cantara. Me subían a las rodillas. Y claro, tenía que cantar", dice, sonriendo. Por si fuera poco, su tío era el coplista Rafael Farinas.

Entonces era muy joven. A sus 41 años aún sigue coincidiendo con grandes. La figura del tango Néstor Marconi le respaldará esta noche con su bandoneón, una especie de acordeón que trae en su sonido el sabor de Buenos Aires. "Ya me lo he llevado por la Plaza de Santa Ana, al tablao de Casa Patas... porque en Madrid hay flamencos, lo que pasa es que están escondidos", bromea. "Me gusta mucho El Callejón, en la calle de Echegaray", comenta. De Argentina, la otra mitad de este material nuevo, se emociona al recordar el estadio del Boca Juniors: "Tienen una afición como no he visto ninguna. Cantaban y tiraban confeti. Mientras, yo me tomaba un choripán". Siempre le ha encantado el fútbol. "Si no cantara hubiera sido futbolista. Soy madridista a morir, aunque ahora estén haciendo el cabra".

Pero lo que le emociona es hablar de su hallazgo, el tango. "Todo empezó cuando hicimos Garganta con arena, en el Teatro Gran Rex, en Buenos Aires. Queríamos hacer un bis. Entonces probamos, a ver qué pasaba...". El cantaor entrecierra los ojos: "Les volvió locos. Es mi favorita, un homenaje a Cacho Castaña. Es un tiro. Ahí vi claro el disco". Al poco, volvió al mismo escenario para repetir la experiencia y grabar aquel sentimiento. "Es muy innovador". Triunfó con piezas como El día que me quieras, que cantó el gran Carlos Gardel. Porque a El Cigala le gusta arriesgar. "El duende a veces lo buscas y no aparece, y al revés. Yo soy un artista de improvisación e impronta".

Diego <i>El Cigala</i>, en su chalé de Villaviciosa de Odón.
Diego El Cigala, en su chalé de Villaviciosa de Odón.GORKA LEJARCEGI

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