Una Campus Party menor
La cita de internautas en Valencia abre con menos participantes y recibe críticas por la falta de espacio y la "floja" programación
"Este año la Campus Party está un poco floja, han venido la mitad de asistentes y eso se nota". Esta afirmación de un campusero refleja el sentir de los poco más de 2.000 participantes en la edición de este año, según los datos de inscritos ofrecidos por la organización, frente a los más de 6.000 del año pasado.
La reducción de plazas como consecuencia de la decisión de la Generalitat de no ceder el Ágora porque el edificio aún no está terminado ha hecho mella entre los asistentes a la cita tecnológica, que ayer criticaron la falta de espacio, el descenso de participantes y la ausencia de responsabilidad de la organización. José Sanchís uno de los campuseros, denunciaba: "Llevo todo el día de batalla con la conexión y todavía no ha venido nadie a solucionarme el problema".
El evento acusa el descenso de asistentes frente a otros años
El internauta actual está interesado en las redes sociales
Los sofás y pufs habilitados como puestos de movilidad tampoco convencen a la mayoría de usuarios ya que, aunque destacan la ventaja de "no estar atado a un sitio fijo" señalan que esperaban tener una mesa donde apoyar el portátil.
A pesar de las críticas, los campuseros exprimieron ayer el tiempo en la primera jornada de la cita tecnológica pionera en España. Oídos con auriculares, dedos en el ratón, ojos pegados a la pantalla. Ni siquiera la conferencia del cofundador de Apple Steve Wozniak, en la pantalla del recinto, consiguió atraer la atención de los participantes reunidos en el Museo Príncipe Felipe. Los asistentes afirmaron que van a la Campus a jugar, a descargar contenidos, a aprender, a conocer gente, pero sobre todo a pasárselo bien.
El certamen se ha convertido también en punto de encuentro para los clanes -colectivos virtuales interesados en la tecnología- que aprovechan la Campus para conocerse, pasar una semana juntos y presentar sus proyectos. Es el caso del clan PLP, que este año presenta una mesa con ordenadores integrados, con un dispositivo que eleva las pantallas y en el que disquetes reciclados funcionan como posavasos. Uno de los integrantes del clan, Blas Rodríguez, declaró que llevan casi nueve meses trabajando en el proyecto, que cuesta unos 18.000 euros. Hay, además, ordenadores tuneados, naves teledirigidas y piezas de rol reproducidas a gran escala.
David Sanz, que este año viene por décima vez al evento, asegura que cada vez el campusero es más heterogéneo y que en los últimos años ha cambiado la tendencia. "Al principio el internauta aprovechaba la velocidad de la Campus para bajarse contenidos, después venía a jugar en red y ahora se centran en las redes sociales", explica. Aún así, los asistentes juegan y se bajan series y películas aunque entre risas matizan que no descargan sino que "comparten archivos".
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