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Ni contigo ni sin ti
Columna
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'Lobbies'

Carlos E. Cué

Uno de los problemas de ver tantas pelis de Hollywood es que acabamos pensando que hay cosas que solo pasan en EE UU. Allí, en 2009, año de crisis, los lobbies se gastaron 2.700 millones de euros. Hay 11.000 lobbistas autorizados a presionar con todo tipo de métodos a los congresistas, según la revista Time. ¿Y en España?

Lo que pasa es que aquí somos mucho más discretitos. En vez de llamarle lobby, que suena fatal por culpa de las pelis, y además es inglés, le decimos "el sector". ¿A que suena como más de buena gente? Cuando los políticos se refieren en público a "el sector", en privado reconocen que los lobbistas les están presionando por tierra, mar y aire. Y crecen. Han llegado a fichar al tipo que tenía la oreja del César, esto es de Zapatero. Se llama David Taguas, y dejó la oficina económica del presidente para dirigir Ceopan, el lobby de las constructoras. Sin escalas. Ni un día para desintoxicarse.

Una de las actividades a las que más tiempo dedican los políticos, y que menos contamos los periodistas -no solemos enterarnos, por desgracia- es la de recibir a estos personajes oscuros. En privado todos se quejan. "No veas cómo presionan los banqueros, prefiero a los periodistas, llamáis mucho más pero es para conseguir información, ellos buscan otra cosa", relata un veterano.

En España no están legalizados los grupos de presión a diputados, así que, al contrario que en EE UU, en el Congreso español no hay tipos de riguroso power suit italiano con su acreditación de lobbista. Pero como las meigas, haberlos haylos. En vez de entrar al Parlamento, quedan a comer en los alrededores. Y si no, tienen un lugar especial para verse con los políticos: el palco del Bernabéu, o el del Barça.

Cuando se les pregunta por ellos, los diputados bajan la voz. Miran a todos lados, se aseguran de que nadie escucha, y entonces confiesan. Todos saben quién es amigo de quién, qué grupo representa qué intereses. Hay hasta leyendas sobre suites de hoteles dedicadas en exclusiva a ellos.

Un diputado cuenta que un día trajo a un empresario de su comarca a una comisión del Congreso para opinar sobre una reforma. El empresario, encantado, le preguntó cuánto se debía por la gestión. Pensaba que era lo normal.

Otro diputado, cuando se discutía la llamada enmienda Florentino

[por Pérez, presidente de ACS y del Real Madrid], estalló, eso sí, en voz baja en un pasillo: "Estamos privatizando el Congreso. Antes estas cosas se hacían de manera callada. Ya ni siquiera disimulamos". No es verdad, disimulan muchísimo, pero sí, cada vez se nota más.

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Sobre la firma

Carlos E. Cué
Es corresponsal político de EL PAÍS, encargado de la información del Gobierno y de los viajes del presidente. Antes fue corresponsal en Buenos Aires y está especializado en información política, siguiendo a distintos gobiernos y a varios partidos. Ex alumno del Liceo Italiano de Madrid, se licenció en Economía y cursó el máster de EL PAÍS.

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