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"Mi trabajo era un campo de concentración"

Llevaba 15 años trabajando en la misma empresa de suministros hasta que el propietario le pasó el relevo a su hijo. Fue el inicio de un episodio de acoso laboral que Ana Giménez padeció durante cuatro años. "Me dejaba notas recriminatorias, le pedía a mis compañeros que no hablasen conmigo e incluso me concedía las vacaciones cuando mis hijos y marido trabajaban para que me sintiese sola". El acoso la empujó a un episodio depresivo que se prolongó durante medio año.

Ahora Ana ha retomado el rumbo de su vida y lucha contra el mobbing desde la vicepresidencia de Agacamt. Allí asesora a otras víctimas con el recuerdo, reciente todavía, de su propio calvario. "Lo que más me molestaba era que moviesen cosas en mi puesto de trabajo. Metían y sacaban documentos en el ordenador que usaba para luego sancionarme por mi descuido. Llegué a dudar de mis capacidades e incluso temí que tuviese alzheimer, pero tenía obligaciones económicas que me obligadan a seguir trabajando".

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El motivo que la empujó a denunciar fue el sentirse angustiada ante la sola idea de tener que volver al trabajo. Había cogido una baja de seis meses por depresión y la perspectiva de pisar de nuevo la oficina se le antojaba casi como volver a un "campo de concentración". "No quería perjudicar a la empresa porque yo sólo tenía problemas con el jefe. Al final terminas sintiéndote culpable, no sabes qué hacer". Las agresiones e insultos pudieron más y finalmente Ana interpuso una denuncia por acoso.

La fortuna la llevó a dirigirse a un juzgado que sí reconoció la situación de trato denigrante y el maltrato psicológico que había padecido, lo que le permitió mantener su caso por la vía laboral y defenderlo ante los recursos que interpuso su empresa. Ganó el caso. Aún así desde la dirección de Agacamt reconoce la "falta de una legislación concreta" e incluso el "desconocimiento que hasta hace poco mostraban los sindicatos en relación con este tema". El marco jurídico existente le permitió defender su caso, pero por el camino se encontró con graves fallas que no atendían a las peculiaridades del mobbing.

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