Un derecho de todos
El arzobispo de Burgos ha dicho que la Ley de Salud Sexual y Reproductiva no es ley. Es decir, él decide lo que es ley y lo que no. Y como, según él, no es ley, no hay que cumplirla.
Mala cosa, porque, del mismo modo, yo podría considerar que la Ley Tributaria no es ley, y como no lo es, no tengo que pagar impuestos, de esos que la Iglesia quiere beneficiarse cobrando pingües cantidades cada año.
La jerarquía eclesiástica siempre ha tenido la tentación de querer imponerse a los poderes del Estado, sobre todo cuando este es democrático. Quiere tener el monopolio de decidir lo que es pecado y lo que no, lo que es delito y lo que no, lo que santifica y lo que condena. Hay ejemplos sobrados de querer escapar al control del Estado: que este no entre en sus cuentas, que no entre en su pretendida jurisdicción, que no entre en sus colegios, que se imponga la opinión eclesiástica a todos, sean o no partidarios de ella.
Puede estar incurriendo en un delito de insumisión ante una ley en vigor. Debería seguir la máxima evangélica: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Todos tenemos derecho a la salud sexual y reproductiva.
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