Vicente del Bosque y los ejecutivos

El reportaje sobre el seleccionador Vicente del Bosque me confirma en mi idea de que es un buen hombre y un buen técnico. Sentí cómo se portó con él su equipo de siempre, el Real Madrid, pero es típico en un club cuyo objetivo es fichar estrellas rutilantes que vendan muchas camisetas y proporcionen dinero al club más que títulos. Es la actual empresa que se mueve solo por dinero y en la que lo demás importa poco. Vicente es poco amigo de declaraciones excéntricas que resalten una página mediática. Simplemente crea equipo, sin ruido, y gana. Y lo ha demostrado.

Esto me hace pensar en la empresa actual a todos los niveles de este país. Si nos fijamos, nos daremos cuenta de que en muchas sus empleados están eternamente cabreados. En las que tienen servicio a la vista, pública o privada, no hay más que poner el oído a las conversaciones entre ellos para darse cuenta de una situación de desmotivación total. Y yo siempre me he preguntado qué se gana con tener a la gente enfadada y desmotivada.

Muchos altos ejecutivos se hacen valer a base de echar horas de oficina, muchas de ellas inútiles, no dan jamás las gracias por un trabajo bien hecho ni felicitan ni ascienden a aquel que se lo merece. O el llamado mobbing porque sobra plantilla. O tienes que hacer el trabajo de dos personas. Y conozco muchos casos de ejecutivos que prefieren tener a su lado a personal mediocre para que no les haga sombra. Quizá a Vicente del Bosque le pasó eso en su club del alma con algún jefe suyo de entonces.

Da qué pensar. Porque hacen falta muchos vicentes por las empresas españolas.