"Es duro cargar con un apellido tan conocido como el mío"
Natalie Maria Cole (Los Ángeles, 1950) es una superviviente en el más riguroso sentido del término. Acredita tres décadas y media de éxito sobre los escenarios, pero ha tenido que sobreponerse a las permanentes comparaciones con su padre -el mítico Nat King Cole-, agudas adicciones a la cocaína y la heroína, un reciente transplante de riñón, el diagnóstico de hepatitis C, la pérdida temprana de su primer marido y peloteras familiares varias, entre otros episodios conflictivos.
Como lo que no mata fortalece, la firmante de álbumes como Inseparable (1975) o Unforgettable... with love, que en 1991 despachó 14 millones de ejemplares en Estados Unidos, se ha embarcado en una gira internacional para demostrar que ha recuperado la salud y la forma. Habrá ocasión de comprobarlo esta noche en el escenario Puerta del Ángel (22.00, de 35 a 45 euros).
"He pasado malos momentos pero nunca he pensado en rendirme"
"La gente es más estúpida ahora que en los años setenta. Somos más egoistas"
Pregunta. ¿Qué le dicen los médicos después de tanto sobresalto?
Respuesta. Gracias por preguntarme, están muy contentos con mi evolución. En estos momentos me siento en tan buena forma como pletórica de voz. Compruébelo, de veras.
P. ¿Celebró de alguna manera especial su cumpleaños número 60?
R. Celebré estar viva, como procuro hacer a diario. Es la ventaja de envejecer: a lo largo de los años he aprendido que cada día importa y que me siento muy feliz con mi vida.
P. ¿Su apellido es una losa o un motivo de orgullo?
R. Es duro cargar con un apellido como el mío. La gente nunca ha dejado de compararme con mi padre, así que he tenido que ser fuerte, estar segura de lo que quiero hacer y no dejar que me afecten estas cosas.
P. Cuando grabó los dúos virtuales con su padre, como Unforgettable o When I fall in love, no faltó quien la acusara de emplear triquiñuelas comerciales...
R. Procuro no hacer caso de los comentarios maledicentes, créame. Nunca pensé que esos dúos con mi padre gozaran de un éxito tan colosal, pero agrada pensar que la voz de Nat King todavía conmueve tantos corazones.
P. A ustedes les llamaban en tiempos "los Kennedys negros". ¿Le gustaría formar parte de la familia Obama en estos momentos?
R. ¡No, no, dejémoslo! No quiero formar nunca parte de una familia presidencial. Debe de resultar muy complicado, francamente.
P. Gran parte de su repertorio proviene o está inspirado en la música de los años 50 y 60. ¿No ha habido nada interesante después?
R. Por supuesto que sí. Me interesa la música electrónica y, sobre todo, los ritmos étnicos, probablemente lo mejor que ha sucedido estas las últimas décadas. Pero en último extremo la música se divide en buena o mala, no en antigua o moderna. A más de uno le sorprendería saber que en casa escucho discos del rapero J. C., por ejemplo. Y siempre estoy bien predispuesta a descubrir nuevas propuestas y cantantes, soy mujer de oídos y corazón abiertos.
P. ¿Qué echa de menos de aquellos años, a mediados de los setenta, cuando usted comenzó a grabar?
R. Creo que la gente es más estúpida ahora. No tienen paciencia ni sentido de gratitud hacia el prójimo. Nos hemos vuelto más egoístas, y eso es una verdadera lástima.
P. Se le nota que usted es psicóloga de formación...
R. La propia música tiene un gran componente de psicología. Es capaz de hacerte reír o llorar, de proporcionar mucho bien a las personas.
P. ¿Pensó alguna vez en abandonar, en tirar la toalla?
R. No, ni por asomo. No puedo vivir sin música. He pasado muy malos momentos, pero nunca he contemplado la posibilidad de rendirme.
P. ¿Ni siquiera en los peores momentos de adicción?
R. Ni siquiera. Pero nunca es mala ocasión para recordar algo muy sencillo: no te acerques a las drogas. Jamás. Di no.
P. Ahora, en cambio, se verá hasta más guapa...
R. ¡Absolutamente! ¿No es usted de la misma opinión?
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