Una pistola de agua, dos tibias y una calavera
La batalla naval llena Vallecas de 'corsarios' empapados bajo el sol
Un ciudadano chino fue acribillado ayer con pistolas de agua en el cruce de la calle de Martínez de la Riva con la calle de Uceda (distrito de Puente de Vallecas). Lo alcanzaron un grupo de jóvenes mientras comerciaba con las mismas armas que padeció, pistolas de plástico de colores fosforescentes. "¡Toma, por vender armamento pesado!", le gritó uno de los agresores mientras huía.
Nadie se salva de que lo empapen en la batalla naval de Vallecas, la fiesta que dan los vallecanos a la Karmela, como le dicen a la Virgen del Carmen, con la k genuina del lugar. Ayer fue la 29ª edición de la fiesta, organizada por la Cofradía Marinera de Vallekas, bajo el lema Mójate... y que les den.
El pregón fue un abordaje a "políticos y banqueros" por "provocar la crisis"
Un anciano hacía diana en la gente escondido entre los geranios del alféizar
¿A quién le tienen que dar? Según la explicación que da esta asociación en una página web, a políticos, economistas, periodistas, analistas y banqueros, en el plano personal, y al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, en el plano institucional. "No es un lema político, es un lema social, porque Vallecas es un barrio obrero y son los trabajadores quienes sufren la crisis que otros han provocado", argumentó ayer la presidenta de la cofradía, Olga Martínez.
Cosas de Vallekas con k, un lugar en el que sigue presente esa cultura reivindicativa que se consolidó desde los años sesenta con un fuerte movimiento sindical y asociativo, un tono rojo que se notó ayer en el discurso del presidente de honor de la fiesta, Paco Pérez, jefe de la cadena local Tele K, con referencias corsarias a "asaltar los bancos" y navegar "por el Sáhara y Palestina", tierras de pueblos asfixiados por naciones poderosas.
El componente político bajó rápido, nada más empezar la marcha de la fiesta del agua, unas 13.000 personas, según la organización, concentradas en una sola cuestión: "¡Agua, agua, agua!", que chillaban a medida que avanzaban por las calles, pidiendo a los vecinos de las casas que les lanzasen cubos de agua o que los regasen con mangueras desde las azoteas.
El agua no tiene color. Lo explicaba Fermín, un vallecano delgado con perilla y una pañoleta en la cabeza, realmente parecido a aquel heroico ciclista italiano llamado Marco Pantani, El Pirata (1970-2004). "Bueno, sí que hay un puntillo de ideología, pero no mucho, la auténtica política aquí es la de envolver la cajeta de tabaco en un plástico para que no se te moje", decía Fermín.
En la batalla naval la gente ataca sin piedad, aunque hasta los bucaneros tienen reglas. Nadie le puso una gota de agua encima a María Antonia Corrales, una señora de 80 años de pelo blanco y vestido de flores, que llegó al barrio desde Ciudad Real hace 40 años. A ella le parece una "cosa bonita esta fiesta, para gente joven", una muestra, según opinó, de que su barrio es un buen sitio para vivir, pese a que antes tuviese mala fama. "Cuando vine de Valdepeñas una amiga rica me dijo '¿Y dónde vas a vivir?'; le dije que en Vallecas y dio un respingo. '¿Por qué pones esa cara?', le contesté. 'No, nada, es que no lo conozco...'. Yo ahora me pregunto por qué la gente le tenía ese asco a Vallecas".
La fiesta del agua empezó en la calle de Peña Gorbea y acabó en la calle del Payaso Fofó, original hasta en los nombres del callejero, este barrio. En la calle del Monte Perdido, donde recibió los disparos de agua el mercader de pistolas chino, la batalla se hizo despiadada. Desde la calle se atacaba a las ventanas de las casas y desde las casas se respondía con fuertes golpes de agua; hizo estragos un anciano que disparaba con una manguera desde la ventana de un primero, escondido entre la persiana y los geranios de su alféizar.
Al llegar a la calle que rinde tributo a Fofó, el hermano de Gaby y Miliki, no se escuchó el legendario como están ustedes de los hermanos Aragón, sino el ruido de música tecno de una carpa y los tambores de las charangas, que anunciaban el atardecer, la segunda parte de la batalla, cuando los piratas de Vallecas cambian el agua por unos tragos de una botella de ron.
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