EL PAÍS y Cebrián reciben un homenaje por su papel durante la Transición
"El reconocimiento es a una generación", dice el primer director del diario
EL PAÍS y su primer director, Juan Luis Cebrián, recibieron ayer en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo un homenaje por su decisivo papel durante la Transición. En este reconocimiento participaron personajes que contribuyeron desde la primera fila de la política, la economía o la cultura a la recuperación de la democracia. En el acto, organizado por la Fundación Instituto de Cultura del Sur, Cebrián enfatizó que el homenaje que recibía debía ser "a una generación que hizo la Transición desde el lado de los vencedores y los vencidos" y, como varios de los participantes, recordó la figura de Jesús de Polanco, fundador de PRISA (editor de EL PAÍS), fallecido en 2007.
Cebrián agradeció las palabras de los 11 ponentes que le precedieron, entre ellos el ex presidente del Gobierno Felipe González, el actual director de EL PAÍS, Javier Moreno, el director de la Escuela de Periodismo UAM/EL PAÍS, Joaquín Estefanía, el catedrático Gregorio Peces-Barba, y los escritores Julio Ortega, Juan José Millás o José María Ridao, así como el pintor Jordi Teixidor.
Cebrián pidió líderes que planteen "seriamente" la España federal
Al acto se sumaron por carta los ex presidentes de Chile y Uruguay
En el hall real de la Universidad Menéndez Pelayo, los ponentes coincidieron en calificar de clave el papel de EL PAÍS, que nació en 1976, al año siguiente de morir el dictador, en los años posteriores al franquismo. Tuvo una mención destacada la actuación del periódico, con Cebrián como director, en el 23-F, cuando se publicó una edición especial defendiendo la Constitución cuando el Gobierno y los diputados permanecían secuestrados por los golpistas.
El consejero delegado de PRISA recordó ayer que a esas horas, a las nueve de la noche, todo indicaba que el golpe de Estado iba a triunfar. "Creíamos que la única manera de desactivar el 23-F era la resistencia civil y sacamos el periódico". La decisión granjeó luego a EL PAÍS "muchos enemigos", rememoró Cebrián, pero el posterior éxito empresarial del grupo ha evidenciado que el periódico tiene "también muchos amigos".
Felipe González definió a Cebrián como "uno de los actores reales" de la Transición. Y puso un ejemplo de lo que, para él, representa este diario: "Cuando uno está a 10.000 kilómetros, lo que dice EL PAÍS es lo que pasa en España". Al homenaje se sumaron a través de cartas leídas ex presidentes de Chile y Uruguay, Ricardo Lagos y Julio Sanguinetti, y el escritor Juan Goytisolo.
El consejero delegado de PRISA expuso que el miedo fue consustancial a la Transición. "Teníamos miedo del Ejército y los franquistas, de la revancha. Y todos, a que se reprodujera la Guerra Civil". La polémica sobre la memoria histórica fue también comentada por Cebrián, quien defendió la necesidad de honrar la memoria de los perdedores, pero sin normas que la regulen. "No necesitamos leyes sino voluntad política de ambas partes".
Peces-Barba, quien compartió estrechamente aquellos tiempos con Cebrián ("éramos un grupo de amigos que nos reuníamos todas las semanas", comentó) dijo de Cebrián que tenía "una intuición extraordinaria y una suerte de miedo". Y expresó su incomprensión por el hecho de que "empresas progresistas no tengan más entusiasmo" de sus compañeros del PSOE, y que se tenga en cuenta a "empresas más pequeñas y menos prestigiosas".
Por su parte, el actual director de EL PAÍS, Javier Moreno, destacó el carácter que ha impreso Cebrián al periódico: "Independencia ante el poder, calidad de los textos, trabajo honesto, gusto por el trabajo bien hecho y exigencia del rigor".
En su intervención, Juan Luis Cebrián se refirió también a la cuestión territorial, colocada en primer plano por el Estatuto catalán. Tras recordar que siempre ha defendido "una España federal", opinó que la solución pasa por la intervención de los dirigentes políticos, tanto en el Gobierno de la nación como en Cataluña, Euskadi o Andalucía. "Si tuviéramos líderes capaces de plantear seriamente este debate, lo resolveríamos". Esta tarea no fue posible durante la Transición, dijo, "porque estaba el Ejército".
Recogiendo una idea de Felipe González, Cebrián afirmó que la España plural "tiene derecho a existir" pero este propósito, añadió, se ha "perdido con la recuperación del odio", un sentimiento que se aparcó en la Transición y se recuperó "en 1996 y, con una mayor crudeza, a partir de 2000".
Criticó con dureza el papel de la Iglesia, que "se comporta como un aparato de poder, que se enfrenta al poder civil". Agregó que, además, utiliza las conciencias de los ciudadanos en esta estrategia "y eso no se puede aceptar". Cebrián rechazó también que haya dos Españas, una idea que, dijo, "ha querido ejemplificar EL PAÍS". "No hay una España buena y otra mala. Esto no es una historia de buenos y malos".
Cebrián se mostró pesimista sobre la situación actual por la persistencia de "la disputa ideológica, que no la discusión ideológica" y auguró que, si no desaparece y no se llega a un proyecto común, "no vamos a salir de la crisis en mucho tiempo". También arremetió contra los actuales líderes políticos: "Necesitamos confianza, que eso no es ser optimista, en nuestros líderes. Pero eso es imposible con la confrontación ideológica de ahora, sectaria y casi siempre pueril".
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