"Con el almacén haremos virguerías"
En Villar de Cañas (Cuenca) hay tres bares, una farmacia, una carnicería que los jueves vende algo de pescado, cinco cuadrillas de albañiles, tres de escayolistas y una empresa de aperos agrícolas. Poco más, la verdad. Sus 450 vecinos viven en casas bajas, de ladrillo rojo o encaladas, distribuidas sin orden. Un día de julio a mediodía, con casi 40 grados de temperatura, es difícil ver a alguien por la calle. Carmen Barco, la secretaria municipal, mira alrededor con realismo: "Seamos sinceros, ¿quién va a venir aquí a hacer turismo?".
Por eso Villar de Cañas, con el empuje de la secretaria municipal desde hace 20 años y del alcalde, José María Saiz del Pozo, del PP, se apuntó a la carrera por tener el Almacén Temporal Centralizado (ATC) de residuos nucleares convocada por el Ministerio de Industria. El Ayuntamiento acordó por unanimidad concurrir el pasado 22 de enero, en un pleno municipal al que solo acudió un vecino. "No se lo dijimos a nadie porque esto es un concurso y queremos ganar. La carrera estaba pensada para que solo se presentaran pueblos nucleares. En cuanto salimos nosotros se presentaron más. Por eso no dijimos nada. Queríamos ser el único pueblo no nuclear", cuenta Barco.
El pueblo no tiene gran futuro: "¿Quién va a venir aquí a hacer turismo?"
Su candidatura se unió a la de Ascó (Tarragona) y Yebra (Guadalajara) dos municipios próximos a centrales nucleares. Apurando el plazo, otros pueblos se sumaron. Al final no hubo tortas -como había pronosticado el ministro Sebastián-, pero sí quedaron ocho aspirantes: los tres citados más Zarra (Valencia), Melgar de Arriba y Santervás de Campos (Valladolid), Congosto de Valdavia (Palencia) y Albalá (Cáceres). Aunque todo estaba listo para decidir el emplazamiento antes de verano, en el último momento Sebastián anunció que lo retrasaba, para alcanzar un pacto energético con el PP.
Barco cree que Ascó es, en principio, el favorito: "Tiene muchos puntos fuertes, pero nuestra candidatura es mejor", explica en su despacho, junto al del alcalde. "Estamos en el centro de la Península, casi el 70% del pueblo ha firmado a favor y los terrenos están junto a una autovía". Con optimismo, resta importancia a que el presidente autonómico, el socialista José María Barreda, se oponga frontalmente a que el ATC vaya a la comunidad. De repente, el primer edil entra en la sala. Viene de trabajar en su empresa y pide a los periodistas que hagan caso a "la jefa". Defiende que su candidatura fue algo cocinado allí: "Ni hablé con Cospedal ni con nadie. En el pueblo esto no es política". La secretaria sostiene que el boca a boca ha sido el mejor apoyo: "Un caso real: si a Susana su yerno, que es físico nuclear, le dice que esto es lo mejor que puede hacer el pueblo, ya nadie la va a convencer de lo contrario".
Tras conseguir la plaza de funcionaria, Barco llegó a Villar de Cañas el 14 de abril de 1990. Iba a estar unos meses, a esperar el traslado. Pero allí sigue. "Me he implicado en el ATC, porque vivo aquí y lo veo bien como vecina". En 2006, con las primeras noticias sobre la instalación, el alcalde y la secretaria comenzaron a informarse. Durante más de tres años recopilaron información con la intención de presentar la candidatura en el último instante. Sostiene que haber informado a la población no habría llevado a nada bueno: "No informamos antes al pueblo porque lo habría envenenado. Yebra lo hizo y no salió".
Asegura que se habrían presentado aunque el ministerio no ofreciera 10 millones de euros al año en compensaciones directas al municipio que lo lleve y los de alrededor. "Solo los cientos de obreros y empleados comen, beben y duermen y crean riqueza", razona.
"Este pueblo tenía 2.000 habitantes en los sesenta, pero con la diáspora se quedó en la cuarta parte. Con el ATC podríamos duplicar la población", explica Barco ante el sabroso morteruelo que ha encargado en uno de los tres bares del pueblo. Allí, cuando posa para la foto, advierte a los parroquianos: "No voy a tolerar cachondeo con esto. Lo hago por la causa". La causa es conseguir una inversión de 700 millones. "Con el ATC haríamos virguerías", resume.
-¿Cuáles?
-Terminar el centro de día, construir una residencia de ancianos, tener un médico fijo en el pueblo que atienda a las abuelas...
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