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Tentaciones
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Reportaje:CINE

El nuevo Freddy Krueger es bastante majo

El protagonista del remake de Pesadilla en Elm Street defiende la vigencia del hombre carapizza.

JACKIE Earle Haley (Northridge, California, 1961) no es fan del fútbol ni sabe quién es Alaska. Sin embargo, parece entregado al sutil exotismo que le ofrece su primera visita a Madrid, donde se paseó entre riadas de gente celebrando la Copa del Mundo y protagonizó una première presentada por la musa de la movida. Aun así sigue siendo una cara anónima. Los dos papeles que le han traído la popularidad al borde de los cincuenta se ocultan tras una máscara: Rorschach, el héroe más atormentado de Watchmen, y Freddy Krueger, el serial killer sobrenatural que popularizó Robert Englund en los ochenta y hoy revive en el enjuto cuerpo de Earle Haley. "¿Qué es actuar, sino ocultarse tras una máscara?", bromea.

"Si hay que contentar a alguien, es a Robert Englund. Ese tío ha sido Freddy 25 años"

El relanzamiento de la saga Pesadilla en Elm Street, de la que se supone que obtendremos otras dos partes más, viene sin trampa ni cartón. El productor Michael Bay, artífice de los recientes remakes de La matanza de Texas (2003), Terror en Amityville (2005), Viernes 13 (2009) e It, de Stephen King (previsto para 2011), parece empeñado en buscar nuevas virtudes a los tópicos del terror. Su nuevo Krueger lo defiende. "Son un claro homenaje al género old school. Lo que me gusta de esta es que trasciende el esquema típico de meter a 10 chavales en una cabaña e ir cargándoselos uno a uno. Sus personajes son multidimensionales y existe una historia de fondo que va captando tu interés progresivamente. No necesita basarse en litros y litros de hemoglobina. ¿Que podría haber llevado los sustos más allá? Por supuesto. Pero no podemos olvidar que su público potencial está entre los 15 y los 18 años. Para ellos, la Pesadilla en Elm Street de 1984 es una película vieja. Se trata de actualizarla para acercarla a toda una nueva generación".

En resumen, que la historia es la misma que ofreció Wes Craven en la original, solo que salpicada de descarados homenajes a otras partes de la serie. Para Earle Haley, las leyendas del hombre del saco continúan funcionando porque "están en nuestros orígenes. Mucho antes de que se inventara una cámara de cine, mucho antes de la difusión de la lectura, la gente se contaba historias de miedo frente al fuego. El horror es un género de campamento, es parte de una subcultura retorcida que hemos creado de una manera popular y que comenzó alrededor de una fogata".

El actor también tiene que afrontar su propia leyenda. Se dice que, siendo un veinteañero, hizo la audición para la primera Pesadilla en Elm Street de Wes Craven y que Johnny Depp le arrebató el papel. "Sinceramente, no sé cómo empezó ese rumor. No es verdad que Johnny viniera a acompañarme al casting y finalmente le eligieran a él en lugar de a mí. Ni siquiera estoy seguro de si hice la prueba para esa peli, ha pasado tanto tiempo desde entonces... Lo único que se me ocurre es que se lo hayan inventado y colgado en Internet. O que realmente yo fuera a ese casting y alguien me viera sentado junto a Johnny Depp".

La memoria difusa de Earle Haley tiene una explicación. Empezó saliendo en anuncios de crío, y cuando reventó su adolescencia apuntaba maneras de estrella. La exitosa Los picarones (1976), donde hacía de uno de los chavales del equipo de béisbol entrenado por Walter Matthau, le situó como un outsider con madera de algo más. "Me dirigía hacia papeles protagonistas de tío bueno, pero mi físico iba en la dirección opuesta. Al menos, esa parecía la percepción de los directores de casting y de los productores, que no supieron qué hacer conmigo durante un tiempo. Ese ínterin duró de los 17 a los 29 años. No conseguía trabajo. Y me di cuenta de que o me ponía a hacer otra cosa o estaba echando a perder mi vida".

La generación bratpack arrolló su carrera, y no fue hasta que Steve Zaillan lo rescató en Todos los hombres del rey (2006) cuando tomó la determinación de volver. Entre tanto, repartió pizzas, condujo limusinas, fue guarda de seguridad, restauró muebles, fue comercial en Las Vegas. "Regresé al mundo audiovisual de rebote, como productor de vídeos corporativos para empresas. Acabé haciendo spots publicitarios en Tejas. Esa experiencia de años fue la que me devolvió al cine. No se me ocurre una manera mejor de resumir el hecho de intentar entretener y transmitir un mensaje que un comercial de 30 segundos". En el futuro, confiesa, podría animarse a dirigir cine.

Su recuperación nos ha deparado memorables apariciones, como el pederasta de Juegos secretos (2006), que le valió una candidatura al Oscar, o el preso demente que increpa a DiCaprio en Shutter Island (2010). "No puedo negar que siento atracción por personajes oscuros y trastornados", sonríe. Ya solo falta saber si tiene la bendición de Robert Englund. "Nunca he hablado con él, ¿sabes? Pero si hay alguien a quien tengo que contentar, es a él. Ese tío ha sido Freddie Krueger durante 25 años. Que yo lo haya encarnado en una película no lo va a reemplazar en la iconografía popular".

'Pesadilla en Elm Street: el origen' se estrena el 23 de julio Síguenos en nuestro blog

¿Asustará el hombre del saco de los ochenta a la generación 'Saw'?
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Jackie Earle Haley sin maquillaje.
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