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La izquierda se juega su fuerza para 2026 en una consulta rodeada de ruido

Este domingo se abren las urnas para elegir candidato presidencial entre Iván Cepeda y Carolina Corcho y para definir las listas del Pacto Histórico al Congreso. La cantidad de votantes será un termómetro fundamental

Juan Esteban Lewin

El que parecía un camino sencillo a la unidad de la izquierda colombiana y la definición de sus candidatos para las elecciones nacionales de 2026 se ha convertido en un folletín de disputas políticas y enredos legales. La consulta popular de este domingo, en la que sus bases definirán a voto limpio su aspirante a la presidencia entre el senador Iván Cepeda y la exministra Carolina Corcho, así como sus listas al Congreso, podrá reducir el ruido al aclarar parcialmente el panorama. También tendrá un impacto político importante la cantidad de personas que acudan a las urnas, pues sirve de termómetro- aunque inexacto- del entusiasmo de las bases de izquierda en el ciclo electoral de los próximos meses.

Más allá de definir un nombre, el objetivo de hacer la consulta, que la ley ofrece a cualquier partido que lo desee, en una fecha única y preestablecida, era asegurar la unión de las distintas fuerzas que han acompañado al presidente Gustavo Petro desde su propia campaña, cuatro años atrás. Y esa meta se ha cumplido solo parcialmente: a más del embrollo para lograr la unión formal de los partidos y movimientos que buscaban fusionarse en el nuevo partido Pacto Histórico -un nombre que hasta ahora era de una colación, no de una sola persona jurídica-, la tensión política ha sido notoria.

Lo ha sido especialmente por un nombre: Daniel Quintero, exalcalde de Medellín y aspirante presidencial. Aunque no proviene de la izquierda, su mandato en la segunda ciudad del país estuvo rodeado de escándalos, y está en juicio penal por corrupción, el presidente impulsó su ingreso a la consulta. La reacción fue visceral: media docena de aspirantes renunció para apoyar, todos, a Cepeda y así enfrentar el que parecía ser un irrefrenable ascenso de un político muy hábil para capturar la atención de los ciudadanos y para tejer alianzas con políticos de todas las ideologías. Solo Corcho se negó a esa convergencia, con una testarudez que resultó premiada hace 10 días, cuando el antioqueño adujo inseguridad jurídica para renunciar a su participación en la consulta.

Aunque esa decisión relajó el ambiente, no blindó la consulta. De una parte, hay un muy colombiano debate legal sobre los efectos del anuncio, pues fue tan tardío que los tarjetones ya estaban impresos y el rostro del exalcalde estará entre las alternativas de los votantes este domingo. La Registraduría, de hecho, ha confirmado que contará los votos por él. En otras palabras, Quintero aún puede, teóricamente, ganar. Además, se mantiene el problema jurídico, por el que dio un paso al costado: debido al atropellado proceso de fusión, no es claro si la del domingo será la consulta interna de un partido, el nuevo Pacto Histórico, o una entre varios partidos. Y de ser lo segundo, como ha dicho Quintero que teme, se dañaría el camino trazado para las presidenciales, que pasa por una consulta entre el elegido este domingo y otros aspirantes del centro y la izquierda, el día de las elecciones legislativas de marzo, con el llamado Frente Amplio. Eso porque muchos abogados argumentan -otros tienen dudas- que un aspirante solo puede participar en una consulta interpartidista, sea en octubre o en marzo.

Ese trabalenguas jurídico, lleno de incisos y jurisprudencias, hace prever que los efectos concretos de los resultados que se conocerán al caer la tarde de este 26 de octubre seguirán al vaivén de decisiones y acciones legales. Y a esa incertidumbre se suma la de la difícil interpretación de las cifras, al leerlas en clave de la fuerza o debilidad de la izquierda. Dado que solo el Pacto Histórico participa en las urnas, no habrá otras fuerzas para comparar, y como se trata de un día “frío”, en el que no compiten decenas de partidos que llenan al país de un ambiente electoral, es difícil proyectar el significado de cualquier resultado.

Así lo demuestran los escasos puntos de comparación que existen. En septiembre de 2009, Rafael Pardo se hizo a la candidatura liberal con 398.000 votos entre el 1,3 millones de colombianos que fueron a las urnas para la consulta de ese partido. Ese mismo día, el hoy presidente Gustavo Petro obtenía la del Polo Democrático, primer partido de unidad de la izquierda, con 234.000 de solo 483.000 apoyos. Ocho meses después, Pardo caía a 638.00 votos y Peto escalaba a 1,3 millones, una prueba de que muchos otros factores inciden en el resultado final, como el panorama cambiante de los partidos, las dinámicas y los candidatos de cada período.

Sin embargo, el Pacto tiene otro espejo, más propio: la votación por su lista al Senado en las legislativas de 2022. A diferencia de las votaciones a presidente, con una menor abstención y una mayor importancia de los rasgos propios de cada aspirante, al Congreso muchos ciudadanos buscan apoyar una ideología, una estructura o un partido. Eso mismo es lo que moviliza a las personas en los días fríos: en 2010, el Partido Liberal sumó 1,7 millones de votos el Senado, y el Polo 825.000, en ambos dos casos votaciones alrededor del 35% superiores a las de las consultas de 2009. El Pacto Histórico obtuvo 2,8 millones de votos en las legislativas anteriores, que de reducirse en el mismo 35% de esos casos previos, serían unos 2 millones de votos. Pero en 2017, la consulta liberal que ganó Humberto de La Calle sumó menos de 744.000 votos, y la lista el Senado llegó a 1,9 millones. Esa proporción auguraría al Pacto alrededor de 1,1 millones de votos este domingo.

Esas cifras, estimadas, marcan un rango amplio de caudal esperable. De nuevo hay diferencias significativas con esos casos: en esta ocasión se trata del partido del presidente, lo que no tiene antecedentes. Menos lo hay de que la votación se dé al cabo de una semana en la que ese mandatario convocó a un proceso popular para llegar a una asamblea constituyente, peleó y fue sancionado por el presidente de Estados Unidos, y cuestionó la decisión judicial por la que fue absuelto su némesis política, el expresidente Álvaro Uribe. Al final, los factores son tantos que probablemente las interpretaciones sean ampliamente variadas, y el nombre del candidato presidencial se lleve toda la atención.

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Sobre la firma

Juan Esteban Lewin
Es jefe de Redacción de la edición América Colombia, en Bogotá.
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