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DANZA | La semana por delante

Exotismos y aire oriental

El Ballet Imperial Ruso continúa su temporada en el teatro Compac Gran Vía con un interesante programa mixto que remite a los gloriosos tiempos de Serguéi de Diaghilev (del 13 al 18, los sábados dos funciones). Scheredzade (1910), de Mijaíl Fokin, es obra cumbre y legendaria que siempre se ha mantenido en repertorio y que ha sido aquí primorosamente reconstruida en cuanto a los trajes y decorados de León Bakst. Completan el programa Chopiniana (1909) -conocida en Occidente como Las sílfides, título con que el propio Fokin rebautizó la obra- y una novedosa versión del Bolero de Ravel. Bolero se estrenó en 1928, un año antes de la muerte de Diaghilev, en la Ópera de París, con coreografía de Bronislava Nijinska y los diseños de Benois, por la compañía de la actriz, mimo y danzarina Ida Rubinstein -ella también había sido la Zobeida del estreno de Scheredzade-, que fue quien encargó la partitura, que ya ambienta la situación en una taberna española donde una bailarina gitana evoluciona sobre una mesa rodeada de hombres anhelantes. Bolero llega ahora en una curiosa ambientación que bucea en sus reminiscencias orientalistas.

Un momento de la representación de <i>Scheredzade por el Ballet Imperial Ruso.</i>
Un momento de la representación de Scheredzade por el Ballet Imperial Ruso.
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