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ÁREA DE DESCANSO | SUDÁFRICA 2010 | CUARTOS DE FINAL: PARAGUAY-ESPAÑA
Columna
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Todo en un minuto

Antes del choque frente a Paraguay, había una gran reticencia entre los componentes de la selección española a considerarse demasiado favoritos. La moderación era el denominador común en las declaraciones previas. Había que espantar el tan temido exceso de confianza que siempre hace mirar al partido siguiente sin haber jugado el inmediato. Las eliminaciones de Brasil y Argentina, eternos favoritos, corroboraban esta teoría. Ya se sabe que no hay nada que genere más temor que la posibilidad de perder lo que se tiene al alcance de la mano. Y España estaba ante la oportunidad de hacer historia entrando en las semifinales de un Mundial.

Para ello, Del Bosque repitió la alineación por tercera vez consecutiva y el Tata Martino, el seleccionador paraguayo, adaptó la disposición de su equipo a la de España. Era consciente de la superioridad española en el largo recorrido, pero en 90 minutos podía pasar cualquier cosa.

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España está como nunca

Todo hacía suponer que el partido discurriría por el mismo camino que ante Suiza. Que España se encontraría con la posesión del balón y frente a un muro de defensas paraguayos a los que debería sortear a través de la paciencia y la combinación. Nada de eso ocurrió.

Paraguay se saltó el guión desde el comienzo. A los 50 segundos contabilizó su primer disparo a puerta. Lejos de acumular hombres atrás, presionó muy arriba todas las salidas de juego de España, obligando a Piqué, Puyol y Casillas a jugar en largo o a arriesgar el pase por el medio de mala manera. Al tiempo, el centro del campo y la defensa paraguaya acompañaban muy bien esa presión y casi siempre ganaba la disputa de ese balón dividido por la cobertura española.

De igual manera, las transiciones ofensivas de los hombres de Martino empezaban a dar miedo. El choque era áspero y cada vez que España no finalizaba su jugada, y fueron bastantes, se encontraba con la posibilidad de un veloz contraataque de Paraguay. Villa y Torres estuvieron muy vigilados y apenas pudieron conectar ningún disparo franco. Las opciones de ataque de la selección se resumían en alguna genialidad de Iniesta o algún pase de Xavi o Xabi Alonso. A España le faltaba un punto de profundidad y de contundencia en las últimas líneas.

El partido transcurría sin dueño hasta que llegó el minuto loco de la noche. Penalti de Piqué, parada de Casillas, pseudopenalti a Villa, gol de Xabi Alonso, repetición, parada de Justo Villar seguida de otro penalti monumental sobre Cesc y que el árbitro, harto de tanto penalti, dejó sin sancionar. Un galimatías para quedarse todo como estaba.

Después de tanto estrés en tan poco tiempo, España se hizo definitivamente con el partido. Con otro jugador por dentro como Cesc, el juego fue más fluido y se llegaba al área paraguaya con más asiduidad. Pero seguía faltando el remate definitivo. Y llegó como solo podía llegar ayer, en una maravillosa jugada de Iniesta y una carambola imposible que resolvió Villa.

La noche resolvió algunas cuestiones. Casillas, acostumbrado a salvar a sus equipos con paradas imposibles, no había brillado como acostumbra. Ayer volvió a ser decisivo. Villa sigue su idilio con el gol e Iniesta dio una lección de fútbol en Ellis Park, un estadio mítico para Sudáfrica y ahora también para España.

Los jugadores españoles rodean al árbitro guatemalteco Batres.
Los jugadores españoles rodean al árbitro guatemalteco Batres.REUTERS
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Sergio Ramos recibe una patada de Santana.ASSOCIATED PRESS

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