Un cementerio que no se ve
Arrigorriaga abre su nuevo camposanto que carece de símbolos religiosos - Los primeros enterramientos, previstos para octubre
Parece un parque que invita a tumbarse en el césped, a guarecerse del sol bajo un roble o a matar el tiempo leyendo en uno de sus bancos: Pero es un cementerio. Y el hecho de que el nuevo camposanto de Arrigorriaga no lo parezca es el objetivo que buscaban sus impulsores, el alcalde de la localidad, Alberto Ruiz de Azua, y el arquitecto municipal, Patxi Gutiérrez. La idea era ofrecer un espacio igualitario y aconfesional y que no fuera un sitio oscuro, según explicaron ayer sus responsables durante la inauguración del Parque Cementerio Landaederraga.
La necrópolis, situada en una colina, cuenta con cerca de 1.000 nichos familiares, en los que guardar las urnas y los osarios, y 160 huecos para enterramientos bajo tierra. Las tumbas, sin ninguna lápida o referencia que permita al visitante divisarlas a distancia, se esconden tras unas lamas de madera, como si fuesen muros de contención que jalonan las laderas de la colina. En el frontal de cada una, una sencilla placa proporcionada por el Ayuntamiento indicará el nombre del fallecido y los restos podrán permanecer un máximo de cinco años en estos espacios y 75 en los nichos familiares.
La necrópolis cuenta con 1.000 nichos familiares y 160 tumbas bajo tierra
El espacio ha costado 3,4 millones y tiene una superficie de 24.000 metros
El cementerio se ha diseñado bajo las premisas de "apertura e igualitarismo", como explica Ruiz de Azua. "Ya hay bastantes diferencias entre ricos y pobres en vida como para que después de muertos las siga habiendo. No queríamos que hubiese grandes panteones para los ricos y pobres tumbas para gente pobre. Se trata de que todos los habitantes del municipio tengan garantizado su nicho". Y que, además, cualquier persona, sin importar su religión, pueda tener un hueco en la necrópolis. Por eso no se permitirán ni símbolos, ni el oficio de ceremonias religiosas.
El espacio cuenta con una superficie de 24.000 metros cuadrados a los que se suman otros 10.000 destinados al aparcamiento. Además, se han respetado 150 robles originarios del terreno y se han plantado otros 50 árboles, entre olmos y hayas, y 3.000 nuevos arbustos. Pero para el primer enterramiento todavía habrá que esperar hasta octubre o noviembre, el plazo previsto de traslado de los restos del antiguo cementerio.
El proyecto ha supuesto una inversión de 3,4 millones de euros. Aunque se puso en marcha hace cuatro años, cuando el antiguo camposanto estaba a punto de llegar a su límite de capacidad, el diseño del nuevo cementerio hace tiempo que rondaba en la cabeza de Gutiérrez. "El mérito de la obra lo tiene el espacio. Los que aquí hemos trabajado lo hemos hecho con mucho cuidado, sensibilidad y cariño. Hemos respetado los desniveles del terreno y los árboles que ya había. Pero no hubiésemos conseguido este resultado en un espacio limpio", asegura el arquitecto municipal, que ha acumulado en los últimos años infinidad de visitas a otros cementerios para inspirarse y crear uno de corte minimalista.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.