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El G-20 fija como nueva prioridad la reducción del déficit público

Los países elegirán su propia senda de ajuste presupuestario

Alejandro Bolaños

El G-20 dio luz verde ayer a un comunicado conjunto que encierra en realidad posturas diferentes frente a la crisis. En la dicotomía entre austeridad y crecimiento, el texto apuesta más por la reducción del déficit que por los estímulos fiscales, pero matiza que esa política debe adaptarse a las diferentes situaciones nacionales. La cumbre de ayer de países desarrollados y emergentes en Toronto (Canadá) marca así el final de la lucha conjunta contra la crisis mediante políticas fiscales coordinadas. Los países avanzados se marcan como objetivo reducir al menos a la mitad el déficit público en 2013, y empezar a reducir el peso de la deuda desde 2016. Se trata de compromisos que ya eran asumidos por los países desarrollados y de los que se descuelgan los emergentes. Además, cada país elegirá el ritmo del ajuste presupuestario.

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Continuismo en Toronto

Las diferentes posturas sobre la política fiscal se suman a las discrepancias sobre un impuesto a la banca, materia en la que tampoco habrá una respuesta coordinada. Lo mismo ocurre con las exigencias de más capital a la banca o con los demás capítulos de la reforma financiera y del FMI, que quedan pendientes para la cumbre de noviembre próximo en Corea del Sur.

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