Cofradías a punto de estallar
El caso de la dinamita pone en duda el trabajo de estas instituciones
La detención esta semana de 12 personas preparadas para salir a pescar con dinamita hubiese pasado a un segundo plano si entre los imputados no se hallase el patrón mayor de la Cofradía de Vigo. Su detención, que por cierto no ha significado su cese, ha avergonzado a un sector al que todavía le quedan muchas cuentas pendientes. Basta con echar un vistazo al informe que este mes dio a conocer el Consello de Contas sobre la actividad de las 62 cofradías gallegas y repasar los escándalos que han rodeado a muchas de estas corporaciones de derecho público cuyos orígenes se remontan a la Edad Media.
Con Burela, Corme y Ribeira a la cabeza de los números rojos, casi la mitad presentaban pérdidas en el año 2007, último fiscalizado por Contas. Sin las cuantiosas subvenciones que reciben (de siete millones de euros ese año) no podrían subsistir. En algún caso, (San Cibrao, Cariño o Corme), los malos números las sitúan en quiebra técnica. Una mala gestión combinada con prácticas clientelares, escasas iniciativas para adaptarse a los nuevos tiempos y, ahora, el caso de la pesca con dinamita ensombrece aún más su funcionamiento.
La Xunta estudió rastrear las explosiones con una empresa militar
"La dinamita estaba socialmente aceptada", dice un investigador
Los pósitos no podrían subsistir sin subvenciones públicas
Sus gestores han demostrado ser afines a partidos políticos
Tampoco los políticos han querido forzarlas a hacer cambios. El ex conselleiro de Pesca Enrique López Veiga fue, junto con el fallecido Xosé Henrique Rodríguez Peña, (que ocupó el mismo cargo a finales de los 80 con el tripartito), uno de los pocos que trabajó para que se profesionalizasen. Hace más de una década se dio cuenta de que necesitaban transformarse en organizaciones de productores (OPP en el argot), para ser consideradas por la Comisión Europea, donde verdaderamente se decide el futuro de la pesca. "Había sectores que pedían que las eliminásemos. No lo hicimos, tienen un fuerte enraizamiento social", reflexiona López Veiga, que aún así reconoce que tuvo que intervenir en más de una ocasión para salvar a alguna de la bancarrota. "Mueven mucho dinero y te encuentras con todo tipo de gestores, algunos buenos y otros muy malos". Aunque López Veiga niega rotundamente que estén controladas por los partidos, los directivos de muchas cofradías demuestran claras preferencias políticas, casi siempre del lado conservador.
En Galicia cuentan con cerca de 15.900 socios, que pagan una media de 3,4 euros mensuales en cuotas. Las ayudas públicas que reciben equivalen a 350 euros anuales por cada miembro. Más de la mitad se dedican al marisqueo por cuenta propia. Organizan e implantan planes de explotación de los recursos dentro de su ámbito territorial. Las más activas, como las de Cedeira, Burela o Celeiro, han ganado masa crítica, se preocupan por mejorar sus controles de calidad. "No les queda otra que afrontar el reto de la comercialización", asegura Alberto Alonso, director de la revista Pesca Internacional. La Unión Europea va a dedicar ayudas específicas para que lo hagan. Porque, además de un cúmulo de irregularidades, incluso el Consello de Contas ha detectado que sus principales funciones las ejercen con poca eficacia, limitándose a ser meros intermediarios entre productores y compradores.
No son todo sombras. "Hacen un verdadero servicio social", añade el presidente de la Confederación Gallega de Cofradías, Benito González. Cree que "el 95%" condena la pesca con dinamita, una práctica extendida según él "hace 30 años" que ahora califica como residual. Xulio Pardellas, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo, explica que "salvando las distancias, la dinamita se aceptaba, se consideraba como el contrabando de tabaco". Pero a finales de los noventa empezó a perder respaldo social por el incremento de la conciencia ecológica y de las inspecciones.
López Veiga cree que "por desgracia" es una práctica extendida, como ha venido a confirmar la declaración ante el juez de José Antonio Tizón, patrón mayor de la cofradía viguesa. En su confesión, aseguró que al menos la cuarta parte de los buques usan Goma 2 para faenar. "Siempre hay manzanas podridas, pero no podemos criminalizar a toda la flota de cerco", defiende Lino Sexto, subdirector del servicio de Guardacostas. El suyo es un trabajo difícil. Las explosiones apenas se detectan desde la superficie, aunque bajo el agua causen un impacto brutal. Para localizar las detonaciones, a principios de esta década la Xunta llegó a estudiar con una empresa noruega de tecnología militar fórmulas para rastrearlas. "Fue imposible", recuerda el ex conselleiro López Veiga.
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