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Reportaje:

Gigante derribado, gigante despertado

Isner cae un día después del 'partido eterno' y Federer arrolla a Clement en Wimbledon

Antes de caer 6-4, 3-6, 2-6 y 4-6 en tercera ronda ante el austriaco Jurgen Melzer, Feliciano López entra en el vestuario y se encuentra un pie tamaño 48,5 en el que sangra una llaga casi tan grande como la extremidad a la que martiriza. "Este no está pa jugar", se dice el toledano. Y no, el estadounidense John Isner, vencedor el jueves en Wimbledon del partido más largo de la historia (11h 5m), no estaba para jugar: tras disparar 112 saques directos frente al francés Nicolas Mahut, ayer no consiguió ni un ace; perdió 6-0, 6-3 y 6-2 ante el holandés Thomas de Bakker; y se sentó exhausto a una mesa para luchar otro combate. "El hombre contra la comida", escribió en su twitter el gigante de 2,06m y 111 kilos, sin fuerzas, actitud ni ganas. "Estoy física y mentalmente vacío. Destrozado".

Destrozado, lo que se dice destruido (6-2, 6-4 y 6-2), acabó el francés Arnaud Clement frente al suizo Roger Federer en tercera ronda: "Los partidos duros que hemos tenido los favoritos no significan que estemos en declive", dijo el número dos tras el primer encuentro en el que no cedió un set. Ya está herida la hierba. Ya está lleno de calvas el césped. Ya empiezan a agarrarse mejor los tenistas y de nuevo es un látigo la derecha del suizo. Está en octavos (le espera Melzer), al igual que el serbio Novak Djokovic, que despidió 6-1, 6-4 y 6-4 a Albert Montañés, y que el australiano Lleyton Hewitt, vencedor 6-3, 7-6 y 6-4 del francés Gael Monfils.

Rafael Nadal, que mira al cielo, que pide sol, que quiere que la hierba se seque y se desgaste para ganar en tracción y capacidad de arrastre, se enfrenta hoy al alemán Petzschner. Mientras, el torneo femenino, sin españolas desde la segunda ronda, aguarda su primer gran duelo, una auténtica guerra, en la temprana ronda de octavos. Son dos ex números uno frente a frente. Son dos tenistas retiradas que han vuelto fuerte. Y son dos mujeres con una historia común con tantos gestos cómplices como desencuentros. Justine Henin contra Kim Clijsters. En Wimbledon ya solo queda sitio para los más fuertes.

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