Falsa crisis de la natalidad
En los animales realmente racionales, como en los demás, el instinto de supervivencia les lleva a disminuir la natalidad en épocas de penuria, para contrarrestarla. Lejos, pues, de ser otra "crisis" o "problema", como algunos adjetivan en titulares guiados por intereses bien conocidos, el actual descenso de la natalidad es una buena noticia, una respuesta sensata para paliar la crisis.
Esta disminución de los nacimientos no "amenaza" las pensiones -como tampoco daña los planes de pensiones voluntarios bien gestionados-, siempre que el sistema no gaste indebidamente los ahorros obligatorios de las personas. Si el sistema los roba, no hay que empeñarse en traer más hijos o inmigrantes, sino expulsar a esos dirigentes ladrones.
La natalidad cae en 2009, por primera vez en los últimos 10 años. Todos a una: la culpa la tiene la crisis. Verdad a medias, poco explicativa y poco útil para entrever el futuro.
Hay que recordar, en primer lugar, que está disminuyendo el número de mujeres en edad de tener hijos, entre las españolas porque llegan a esas edades las generaciones escasas de los ochenta y entre las extranjeras porque se ha interrumpido el flujo de entradas y algunas se han marchado. En estas circunstancias, se reducen los nacimientos, aunque se mantenga el número medio de hijos por mujer. Pero, además, este ha disminuido, tanto entre las españolas como entre las extranjeras. ¿Qué significado tiene esta disminución?
En el caso de las españolas, el año 2009 se inscribe en una tendencia de estabilidad levemente ascendente, rota por el repunte de 2008 que hay que interpretar como un efecto del cheque-bebé. Pan para hoy y hambre para mañana: sube la fecundidad en 2008 y baja en 2009, lo que los demógrafos llaman un efecto de calendario, habitualmente ligado a este tipo de políticas.
En lo que respecta a las extranjeras, son dos los efectos. Al mencionado efecto calendario ligado al cheque-bebé, con un impacto todavía mayor que en las españolas, se añade otro efecto basado en el hecho de que las inmigrantes recién llegadas tienen una fecundidad mayor que el resto de las inmigrantes, porque no han tenido tiempo de adaptar su comportamiento a los usos en España y, sobre todo, porque la perspectiva de emigrar provoca un retraso de los nacimientos con el fin de el hijo nazca en el país de acogida. En los últimos años, el peso de las recién llegadas ha sido importante, factor que ha contribuido al incremento observado de la fecundidad de las extranjeras. En 2008 y, sobre todo, en 2009, se reducen las entradas, provocando una disminución de la fecundidad media de las inmigrantes.
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