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Un mar de 'vuvuzelas' rojas

Más de 20.000 aficionados se congregan ante las pantallas del Bernabéu

Pablo de Llano Neira

Una masa de 22.000 aficionados (según la organización del evento), volvió a sentir el pulso de la Roja ante las pantallas gigantes instaladas en el estadio Santiago Bernabéu. Celebraron dos goles, pero gritaron muchos más por las ocasiones perdidas. No hubo vuvuzelas, pero las gargantas del tumulto de chavales que se juntaron, fueron un digno sustituto.

La ciudad funcionó con la lógica alterada del fútbol. La gente joven se sacaba la espina del botellón prohibido delante de los policías municipales. Los grifos de Madrid se abrían y se cerraban al ritmo del balón: un 10% menos de consumo de agua, mientras rodaba por el campo en la primera parte; un 25% más en el descanso, para poner los nervios a remojar. ¿Urgencias? Parece que no: hubo un 28% menos de llamadas al 112 durante el encuentro. El tráfico también bajó un 20% dentro de la M-30, mientras jugaba España.

Marcó Villa el primer gol, y Thomas, un turista polaco de 23 años, pegó unos cuantos botes. Iba con la selección: "Son los que mejor juegan; a nosotros nos patearon el culo hace unas semanas, 6-0 en un amistoso". Pasaron un sinfín de amagos de gol, hasta que el guaje marcó el segundo gol. Stefano, italiano de 27 años, se temía lo peor: "Creo que si nos tocan nos van a humillar. Si pasan, claro. Bueno, si pasamos".

La euforia caminaba libremente entre los hinchas, que ensalzaban su nacionalidad a coro: "Yo soy español, español, español". "¿Por qué cantamos esto, si ya sabemos que lo somos?". Y Rafa, un chico de 24 años, deshizo la cuestión con una irrebatible reducción al absurdo: "Porque somos españoles, esa es la razón".

Hinchas de la selección española se abrazan frente al Bernabéu, tras uno de los goles del equipo ante Honduras.
Hinchas de la selección española se abrazan frente al Bernabéu, tras uno de los goles del equipo ante Honduras.CLAUDIO ÁLVAREZ
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