El secuestro de la creatividad
Hasta hace poco tiempo, aburrimiento, tristeza y miedo eran tres palabras que estaban fuera de la mente de cualquier espectador que veía un partido de fútbol con una selección africana en liza. Sin embargo, este Mundial está confirmando los malos augurios acerca del nivel y el tipo de juego que todos los especialistas vieron en la pasada Copa de África.
Jugar al fútbol en el continente negro es sinónimo de alegría, frescura, fiesta... Pero todos están cayendo en la trampa de renegar de sus raíces para hacer malas imitaciones de lo que pasa en otros continentes y en otras selecciones. Para mí, tres son los factores principales de este cambio a peor del fútbol africano.
En primer lugar, la llegada de seleccionadores europeos y sudamericanos ha llevado a una mejora táctica del jugador africano, pero, en segunda instancia, está suponiendo un secuestro palpable de la creatividad y el dinamismo intrínseco del mismo, que está llevando a las selecciones africanas a fracasar al no encontrar el equilibrio entre la táctica y la técnica. El seleccionador busca ganar, lógicamente, y la premisa que trata de inculcar es el orden en todos los sentidos, lo que coarta en demasiadas ocasiones la movilidad del jugador. El futbolista africano puede tener muchos defectos, pero son tremendamente obedientes si es para jugar por su país y ganar, de ahí que den la sensación de jugar pensando en las órdenes que tienen que cumplir, no en lo que su capacidad futbolística le permite desarrollar. Camerún, que se soltó demasiado tarde, y Costa de Marfil son el máximo ejemplo de lo que digo: mucho potencial, pero también demasiado tácticos.
Los técnicos extranjeros han mejorado la táctica, pero han dejado a los africanos sin dinamismo
En segundo lugar, los dirigentes de las distintas federaciones africanas llevan años imitando el modelo europeo poniendo y quitando seleccionadores con tanta facilidad y falta de criterio como ocurre en demasiadas ocasiones en los clubes de fútbol europeos. Si hablas con estos dirigentes, a todos se les llena la boca con que su selección es la mejor, cuando, en verdad, no puede siquiera empatar con nadie. La mayoría son orgullosos, altivos, hasta el punto de creer que ellos mandan en la selección (no el cuerpo técnico). Todos ponen a entrenador y jugadores bajo una inmensa presión popular levantando expectativas reales equivocadas (seguro que toda Camerún, Sudáfrica, Nigeria..., creen que ganarán un Mundial) y un estrés añadido para su selección, ya que no olvidemos que en muchos casos, tras el fracaso o la decepción, la seguridad personal y familiar en este continente no es lo mismo que en Europa.
Y en tercer lugar, por último, el propio jugador de fútbol es el tercer factor determinante y el más importante. La inmensa mayoría de los futbolistas africanos juegan y, lógicamente, viven en Europa. Algunos en clubes de gran nivel mundial y con la vida resuelta para ellos y sus familiares africanos. La mentalidad ganadora de estos jugadores está fuera de toda duda, pero hay una asignatura que, normalmente, suspenden porque les cuesta cumplirla con sus selecciones: humildad para trabajar en equipo. Es cuando las cosas no ruedan del todo bien cuando el futbolista africano se acuerda de esa humildad y trabaja al ciento por ciento por el equipo, olvidando su ego.
Repasando el papel de los jugadores importantes en cada selección, se palpa que ninguna de las estrellas ha estado a su nivel y que son los jugadores con menos nombre y con hambre de ganar y progresar los que están sorprendiendo.
Mi deseo para todas las selecciones africanas es que se desabrochen el cinturón táctico y pongan la marcha directa hacia el buen fútbol en los ¿pocos? minutos que les quedan de Mundial.
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