Dolce&Gabbana se regalan un homenaje
Los diseñadores italianos celebran sus 20 años en la moda con un desfile, una exposición y tres libros
La pareja de diseñadores más famosa del mundo celebró ayer en Milán el 20º aniversario del nacimiento de su colección masculina. Lo hicieron, como les gusta, a lo grande. Una exposición altamente tecnológica en el Ayuntamiento de la ciudad -el Palazzo Marino, abierto excepcionalmente para la ocasión-, tres tomos conmemorativos y una fiesta acompañaron a su desfile de primavera-verano 2011. Tal vez, lo único que escapó del ejercicio de autohomenaje que Domenico Dolce (Palermo, 1958) y Stefano Gabbana (Milán, 1962) se han regalado por este cumpleaños. "No es una colección de tributo, sino una evolución de nuestro estilo, una forma distinta de seguir hablando del Mediterráneo, de un hombre sexy y romántico...", desvelaba Gabbana días atrás en su suntuoso e histriónico estudio milanés, decorado con paredes felinas, fotos de Madonna y cuadros de Julian Schnabel.
Cuando en enero de 1990 presentaron sus diseños para hombre llevaban un lustro en escena con colecciones femeninas. Ya no eran aquellos principiantes que habían impresionado con vestidos sacados del neorrealismo italiano. Estaban lejos de soñar con convertirse en un imperio de 1.600 millones de euros al año y 3.700 empleados, según cifras de marzo de 2009. "En aquel momento hacíamos lo que nos apetecía, como hoy", defiende Gabbana. "Cuando eres joven no tienes miedo. Ahora es peor, conoces los riesgos. Intentamos no pensar en lo que somos. Esta vida de glamour y fama es un juego. Soy afortunado porque soy rico y tengo muchas posibilidades. Sin los pies en el suelo, estoy perdido".
El escenario de sus vidas ha cambiado en estas dos décadas tanto como el mercado masculino, que, según Dolce, ha vivido "una auténtica revolución". Para el mundo existen como unidad, pero siempre tuvieron caracteres distintos. Domenico, hijo de sastre, es un siciliano serio y perfeccionista. Obsesionado por el corte, la silueta y la estructura. Stefano, el seductor hedonista, aporta el ojo, el vivaz sentido del estampado y el color. Fueron pareja hasta hace ocho años y ahora su relación es fraternal. Viven en pisos colindantes y aún terminan las frases que el otro empieza. "La situación no fue fácil", dice Gabbana sobre su separación. "Hay familias que destruyen todo lo que han construido cuando hay un divorcio. Yo no dije ni una sola vez: esto es mío. El amor se acabó y continuamos con otra cosa. Somos un buen ejemplo". "Crecimos juntos", opina Dolce. "Pero descubrimos que hay un amor más importante que el sexual: la pasión por la vida, el oficio y el trabajo".
Para decidir qué mostrar en la exposición y en los tres libros -20 years, dedicado a los famosos que han vestido y a las películas que les han inspirado; Icons, enfocado en las piezas que definen su estilo y Fashion shows, una panorámica de sus desfiles- los diseñadores han investigado qué se entiende por "un hombre Dolce&Gabbana". Incluso, a través de Twitter, red social en la que Gabbana es especialmente activo. El resultado, dicen, no les ha sorprendido: sastrería, camisetas de tirantes, vaqueros rotos... y, claro, futbolistas.
Si algo ha propulsado el negocio masculino de Dolce&Gabbana, fue la vinculación con el fútbol hace una década. David Beckham y compañía les abrieron las puertas de los armarios y los corazones de una generación de hinchas. Diseñan los trajes que lleva la selección italiana y sus jugadores protagonizan su anuncio de ropa interior.
Habitualmente tan provocadores en su discurso como en su iconografía, el único tema que ahora evitan es la Iglesia. Sus creencias religiosas han hecho que algunas de sus declaraciones se hayan propagado con la facilidad del eco. "No temo nada, pero a veces hablamos de estas cosas y no se entiende lo que queremos decir. Así que hemos decidido no hacerlo", zanja Gabbana con una seguridad que podría parecer amasada en medio siglo de carrera. Pero que, se adivina, estaba en sus ojos desde el primer día.
Golpe de efecto
Se esperaba un golpe de efecto. Y lo hubo. Annie Lennox. Ayer la cantante de Eurythmics acompañó al piano el desfile de Dolce&Gabbana para la primavera-verano 2011 en el primer día de la semana de la moda masculina en Milán. Aunque la voluntad no era totalmente melancólica, su voz y los modelos calzados con sandalias de cuerda remitían a un tiempo en que la moda no era tan histérica, digitalizada y voraz. Llevaban chaquetas dúctiles en tonos arena, pantalones holgados y jerséis de punto abierto. Una estética plácida, hasta cierto punto. No faltaron torsos desnudos, ajustados pantalones cortos y cartesianos trajes negros. Estos últimos parecieron darle un respiro a Morgan Freeman, recibido con aplausos, pero no del todo cómodo en su primer desfile de moda.
Estos días nadie quiere enredarse demasiado en la nostalgia por el pasado. Mucho menos, estos diseñadores. Anoche, un cubo de monitores recibía a los visitantes en la inauguración de su exposición en el Palazzo Marino, así como imágenes de su propia entrada. "Un poco Gran Hermano", admitía Domenico Dolce. Una apuesta por la tecnología que explica que los tres libros editados como parte del festejo vayan a tener una doble vida, en iPad y papel.
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