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Columna
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Hacer números

El nuevo hospital La Fe, en Valencia, gigantesco proyecto a punto de convertirse en una realidad, habrá costado menos que el enorme Palau de les Arts. Estamos hablando de cifras de cientos de millones de euros. Repitámoslo: el palacio de la ópera ha costado más al erario público que el megahospital de referencia. No parece improcedente preguntarse, como ha hecho el portavoz socialista en las Cortes Valencianas, Ángel Luna, por los sobrecostes de esa Ciudad de las Artes y las Ciencias que iba a costar 311 millones y ya anda por encima de los 898 millones. Las dimensiones del despilfarro arquitectónico ("En Valencia no parece haber límites para Calatrava", constata con asombro Llàtzer Moix en su libro Arquitectura milagrosa) piden, sin duda, alguna explicación.

No está mal recapitular de vez en cuando, alejarse un poco de la inmediatez de las cosas para recuperar el sentido de las proporciones y, tal vez, un poco de sensatez. Por ejemplo, para calibrar en qué tipo de lío andan metidas las cuentas de la Generalitat. El contexto de crisis y de ajustes descarnados en España y Europa, tanto como la propia economía familiar, induce a hacer números. Y a repasar con aire crítico la vieja retórica triunfal, esa música que todavía tocan Francisco Camps y los suyos sin querer darse cuenta de que la fiesta terminó.

El vicepresidente económico del Consell volvió esta semana de la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera con un plan de reequilibrio de las cuentas autonómicas que implica un recorte del 11% de los gastos y una disminución del 9% de los ingresos: 1.500 millones de euros de rebaja en los presupuestos. Reformar la economía valenciana exige, previamente, sanear a fondo la Generalitat, predica con razón el líder de los socialistas valencianos, Jorge Alarte. Sanear quiere decir recortar, reducir, ajustar, racionalizar, devolver a criterios de eficiencia y proporcionalidad lo que se desmandó en los años de una retórica oficial de nuevos ricos.

Los 17 altos directivos de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana cuestan casi lo mismo que los 17 ministros y el presidente del Gobierno de España, denuncia la oposición. Hay que evitar una "desclasificación masiva" de suelo urbanizable, alega el consejero de Medio Ambiente, Agua, Territorio y Vivienda, el señor Cotino, sin pensar quizás en los efectos de esa desclasificación de programas urbanísticos frustrados sobre la contabilidad de las empresas de su familia. Cotino, al parecer, también hace sus números.

"Estamos en la mejor posición para afrontar la crisis", dice Gerardo Camps, el consejero de Economía. Y uno se pregunta qué nos deparará esa afirmación, dado que ese señor no solo proclamó a comienzos de curso la voluntad de la Generalitat de que CAM y Bancaja caminaran hacia una fusión (¡y ya ven!) sino que hace un par de meses nos explicó por carta a todos los valencianos que, "como es normal" en época de crisis, el Consell ha decidido una vez más rebajar los impuestos. ¡Qué bien!

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