El CIS de los bares
Cuando Lehman armó el taco, los gurús anunciaron un nuevo orden económico. Nada será igual a partir de ahora. No sabemos como será, pero será distinto, decían. Ya sabemos cómo es. Lo noto cada día. Veamos. Si en una barra de bar te olvidas la cartera y el paquete de tabaco, ¿que te robará el vecino de la barra fija? El tabaco (a cuatro euros el paquete), porque intuye tu vecino que la cartera estará vacía. ¿Ven como si ha cambiado el mundo o, por lo menos, este país? Nada como los bares para tomar el pulso al mundo o, al menos, a este país. Ahí está gran parte de la verdad: en el tamaño de los vinos, en el número de hielos del gin tonic, en las tapas que acompañan la bebida (donde las acompañan). Ahí está verdad de un país más que en la opinión de las agencias de (des)calificación.
Por lo tanto: España está mal, aunque esté menos mal que lo que algunos países, agencias, analistas, especuladores o gurús europeos y mundiales dicen o desean. ¿O, si no, cómo se entiende que una de las noticias más grandes durante varias horas de la web del Times sea la entrevista de Sara Carbonero a Iker Casillas? ¿Intento de ridiculizar a España o largo deslizamiento a lo amarillo del diario británico?
España está mal porque los bares, qué lugares, están mal. Este termómetro no tiene mucho sentido, por ejemplo, en la cálida y playera Suiza o en la seca y luminosa Bélgica. Pero en España, sí. Ahí se mide por igual el poder adquisitivo y la alegría de los ciudadanos, su grado de felicidad y sus posibilidades de futuro. Luego, a juzgar por el Centro de Investigaciones Sociológicas que es cada bar, España está mal. Para eso no hacen falta cumbres, igual que no hay que darle muchas vueltas para saber que el termómetro de la crisis realmente es el paro. A más paro, más crisis y a más crisis, más paro. Es decir, en cualquier caso, menos bares, menos horario nocturno, menos vino y menos gin tonics. Así no hay quien sostenga un país. ¿Se imaginan una España sin bares?, ¿una triste España con menos bares que Albania en la Cuaresma?
Miren en su barrio, en su ciudad y examinen cuántos bares abren y cuántos bares cierran. Los bares siempre han sido resistentes a la crisis. Unos se sustituyen a otros, cambian de dueño, pero aguantan el temporal en la confianza de que los españoles jamás permitirán un país sin bares. Si ven que comienzan a cerrar y amarillea el cartel de "Se traspasa o se vende", es para preocuparse. Si sencillamente no conoce al nuevo dueño, pero las puertas están abiertas, es que las agencias de (des)colocación no han tumbado a este país y la alerta es, cuando menos, coyuntural. Puede dormir tranquilo. Bueno, el nuevo orden económico no ha acabado con los bares, ni con usted.
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