"El fútbol es bello porque es sencillo"
Muchos no le vieron jugar con Yugoslavia los Mundiales de Suiza 1954 y Suecia 1958, algún aficionado que otro recuerda el fútbol de contención y contragolpe que inculcaba a sus equipos, pero nadie, absolutamente nadie, escapa al magnetismo de las frases sagaces de Vujadin Boskov (Begec, Serbia; 79 años). "La última que dije no es tan bonita: 'Este no es mi fútbol, no me reconozco en él y no quiero trabajar más', dije cuando decidí retirarme porque ganar dinero era más importante que el propio juego", recuerda.
Pregunta. Sus reflexiones han marcado a varias generaciones. Son muy simples y a la vez muy rotundas. No admiten réplica. ¿Se las pensaba mucho o eran algo espontáneo?
Respuesta. ¡Ja, ja, ja! Me las pensaba mucho, siempre quería dramatizar. Cuando se pierde un partido hay muchos comentarios negativos, los hinchas se ponen furiosos. Así que hablaba así a propósito, para motivar a mis futbolistas. Fue algo que no me enseñó nadie, lo decía fruto de la experiencia. Empecé en el fútbol con 14 años, en la Vojvodina. No fui un gran talento, pero sí un gran trabajador. Todo lo que hice fue gracias al trabajo. Así que lo que decía tenía mucho sentido común. Por ejemplo: Ganar es mejor que empatar. Y empatar es mejor que perder. ¿Quién prefiere lo contrario? Bueno, y está la de Fútbol es fútbol... ¡Es que es así! Resume este maravilloso deporte a la perfección. Hace tiempo me invitaron a mí y a mi esposa Elena al programa de televisión de Telemadrid que llevaba ese nombre, me alegró ver el efecto de mis palabras. En Italia también dejé alguna frase buena, como Rigore è quando arbitro fischia (penalti es cuando el árbitro pita). El fútbol engancha porque es simple, es bello porque es sencillo. Cuanto más lo complicas, empeora.
"En la Eurocopa de 2000 no permitía hablar de política en el vestuario"
P. ¿Fue mejor jugador o mejor entrenador?
R. ¡Jugador! Sin duda. Mi técnica era mucho mejor como futbolista que en el banquillo. Tengo el orgullo de haber participado en dos Mundiales y unos Juegos Olímpicos, los de 1952, en los que fuimos segundos detrás de Hungría. En esos tres torneos estuve entre los 11 mejores. Era un centrocampista resultón, portaba el número 6, siempre por la derecha, junto a maestros como Ciakowski, Horvat... En el Mundial de Suiza teníamos a un portero, Beara, que había estudiado ballet. No vea cómo se movía el individuo. En la fase de grupos solo le marcó Didí. El brasileño siempre fue mi jugador favorito. ¿Qué decir de él, de sus lanzamientos de falta? Ese partido lo empatamos, nos valió para pasar a cuartos, donde nos eliminó Alemania (2-0). Aunque fueron los campeones, nosotros teníamos la clase y ellos el músculo. También nos eliminaron cuatro años después en Suecia, otra vez en cuartos (1-0). A falta de nueve minutos el árbitro no pitó un penalti clarísimo de Erhardt, que agarró de una pierna a Milutinovic y le derribó.
P. Entonces imponían respeto, mucho más que ahora.
R. Entonces defender la camiseta de Yugoslavia era un orgullo, porque era un país muy bien organizado, un país libre, bastante grande, donde se vivía muy bien. Eran otros tiempos, cuando lo comparas con los de ahora... ¡El grupo de los Países No Alineados nació con Tito, Nehru y Nasser! Representábamos otra manera de ver el mundo, éramos la tercera fuerza. La guerra de los noventa fue una tragedia. Para todos. Siempre mantuve buenas relaciones con croatas, eslovenos, macedonios... Ayudé a todos los que pude. Siempre fui contrario a esa guerra que derrumbó todo. La Yugoslavia en la que nacimos, donde el 85% de los matrimonios eran mixtos, desapareció.
P. ¿Cómo fue a dirigir a Yugoslavia en la Eurocopa de 2000?
R. Fue una decepción, Holanda nos goleó en cuartos después de que España nos remontara de una manera increíble en la primera fase. Ahora podemos hablar, antes no, pero entonces el país estaba mal, cada república tiraba por su lado... Hablábamos de cualquier cosa antes que de política. La atmósfera era buena en el vestuario, no permitía hablar de esos temas. Ahora la situación es completamente distinta, cada república vive su vida, ya no hay las presiones que antes tenía. Y Serbia tiene jóvenes; solo Stankovic permanece de mi etapa.
P. Habló de la remontada de España, a la que siempre ha estado muy vinculado.
R. Entrené al Zaragoza, al Madrid, un club que apetece a todos... Llegué en el momento justo. Tenía 48 años, y era la cumbre, pero no tenía un gran equipo, era el de los Garcías, con García Remón y tantos otros. Luego, en el Sporting, hubo un incidente muy feo. Me dijeron de renovar por dos temporadas, acepté y luego no había dinero... Ah, je, je, en parte soy responsable de que España no jugase el Mundial de 1974. Era el seleccionador y empatamos en Canarias y Zagreb. Katalinski decidió el partido de desempate, pero entonces me había sustituido Milovan Ciric... Ahí va otra frase: Un entrenador siempre tiene que marcharse.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.