"Necesité escolta por ganar el oro en pantalón corto"
Lo que inicialmente iba a ser una comida se queda en un desayuno. La Embajada de Argelia quiere ver a su atleta, que está en España para participar en el Simposio Europeo del Deporte, así que aplazamos un día la cita con Hassiba Bulmerka (Constantina, 1968), la primera mujer que dio a su país una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos. Fue en Barcelona 92. Amenazada de muerte por los integristas, Bulmerka corrió la final de 1.500 con los pantalones cortos que visten todas las atletas. En ella, esta prenda era un símbolo de provocación. Ganó el título.
Sentada en el comedor de la planta 30 del hotel Eurostars Madrid Tower, pide un exprés y, antes de atacar una loncha de pavo, recuerda: "Conseguí desafiar al destino. Fue un grito. Mi país vivía momentos muy violentos. Al vencer pensé que había justicia divina, que era una apuesta de Dios. Que ganaba a los enemigos de la vida". Los enemigos de la vida son quienes la "obligaron a llevar escolta día y noche". "Todo comenzó en 1991 después de colgarme la medalla de oro en el Mundial de Tokio", cuenta. "Volví a Argelia, las autoridades me recibieron como a una estrella, aunque el viernes el imán de Constantina dijo que mi forma de correr con un short no era la de una buena musulmana, que yo no lo era y que iba contra el islam".
La primera campeona olímpica de Argelia dirige hoy una farmacéutica
En Barcelona gritó contra ese destino y hoy en Madrid -pasando al queso manchego con pan- la campeona contesta sonriendo que, aunque lo ha pensado varias veces, si volviese a nacer recorrería el mismo camino. "Vale la pena defender la libertad con algo tan noble como el deporte".
Bulmerka ha ganado kilos desde que dejó la competición. Ha cambiado su cuerpo. También su rostro. Su mirada ya no transmite sacrificio ni sufrimiento. La ex atleta abre mucho sus pequeños ojos negros, sonríe sin parar, se mueve inquieta. Sentada de espalda al cielo y a los edificios de la ciudad, se declara "muy, muy, muy feminista". Alaba al Gobierno español -"es una maravilla que tenga tantas mujeres"- y cuenta que aunque ha tenido varias proposiciones para entrar en política en su país las ha rechazado. "No me interesa, creo que tengo derecho a vivir una vida normal, la vida política es muy difícil", explica.
Deja a un lado la política, pide agua y sigue hablando del deporte como tabla de salvación y camino de emancipación de la mujer. "Conocí el terror, pero gracias al deporte cambié las cosas". Y si en 1992 no se quitó los shorts, tampoco ahora se muerde la lengua cuando se le pregunta por la prohibición del velo. "Francia es un Estado laico, me parece una sabia decisión. Los extranjeros que están en aquel país deben respetar y aceptar la cultura francesa, es algo legítimo y normal". Es musulmana, vive en París, aunque viaja mucho a Argelia y a EE UU. Dirige una empresa de productos farmacéuticos, ya no tiene que llevar guardaespaldas. Dice que Argelia está mejor, "más tranquila". De los deportistas de hoy se queda con Leo Messi, "por su juego y por ser tan humano, siempre fiel a su vida y a su club", y con la pertiguista Yelena Isinbayeva -comparte con ella ser campeona olímpica y mundial y premio Príncipe de Asturias-, por encarnar "el atletismo moderno y por su fuerte carácter". Bulmerka también tiene carácter. Y prisa. ¿Más comida, zumo? "No, me tengo que ir, tengo que hacer la maleta. Vuelvo a Argelia".
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