No llores más, cocodrilo
Mi amigo se llama Thulami Mokoene. Su nombre, en zulú, significa "no llores más, cocodrilo". Él me condujo un domingo por Soweto mientras rodábamos con una cámara digital eludiendo las zonas en que las mafias del taxi se habían liado a tiros. Ya estábamos en democracia y los negros podían permanecer en Johanesburgo después del toque de queda a las seis de la tarde.
Pero Soweto seguía siendo Soweto. Un gueto para más de un millón y medio de confinados, pertenecientes a diferentes etnias de difícil convivencia. Un extenso reducto de barro y chabolas con piedras en las techumbres para que no se las llevara el viento. No era la primera vez que los taxistas se enzarzaban a tiros entre ellos ni sería la última. Recientemente, fueron la causa de otro sangriento enfrentamiento. Aquel domingo pude comprobar que para los habitantes de Soweto los disparos eran pura pirotecnia. Estaban acostumbrados. No había pasado tanto tiempo desde que la policía entrara cada dos por tres, día sí y día también, irrumpiendo a la noche o al amanecer y matando a tiro limpio con exultante impunidad. Lo extraordinario era que la violencia cotidiana, la miseria y la falta de electricidad y agua no habían quebrantado el orgullo ni anulado la alegría.
Cualesquiera que fueran las circunstancias, habría que decretar por decreto, valga la colateral alusión, que, si la alegría es posible, la alegría es un deber. El mayor milagro de este mundo es que, al otro lado de la línea de sombra, donde la sombra es nuestra sombra, la alegría sobreviva y, en ocasiones, el pretexto sea una pelota.
Haciendo caso omiso al tiroteo, en un campo de tierra, con porterías improvisadas y camisetas de variopinto colorido, unos niños jugaban al fútbol. No les pregunté si eran ndebeles, twasanas, pedis, sotos, zulúes, xhosas, shangaans, vendas, judíos, hindúes, musulmanes o chinos. Me puse a jugar con ellos. Ese fue el primer Mundial en el que España participó en Sudáfrica, y yo estuve allí.
Martín Girard es el seudónimo que el cineasta y escritor Gonzalo Suárez utilizaba en sus tiempos de cronista deportivo.
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