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Cierra la librería Michelena, símbolo cultural de Pontevedra

El comercio se despide, víctima de una "crisis inventada"

"Para nosotros el libro era un objeto cultural distinto de los otros bienes de consumo". Pero se acabó. La librería Michelena, estandarte de la vida cultural en el centro de Pontevedra durante casi tres décadas, echa el cierre a final de mes. No aguantó frente a la "crisis inventada" sobre la que ironiza José María Dios, Che, al frente del negocio junto a otros tres compañeros desde 1981.

Che tenía entonces 27 años. En aquella época, los coches pasaban frente al escaparate soltando humo, que se mezclaba con el tufo que llegaba desde la fábrica de Celulosas cuando el viento soplaba de Sur. Ahora huele menos, y por la zona sólo circulan bicicletas y camiones de reparto. "Cambiaron los modos de vida, que se americanizaron; el núcleo urbano es un gran centro comercial", cuenta con cierta amargura.

La crisis financiera no fue la que enterró a la librería. El bajón se empezó a notar "cuando la gente se dio cuenta de lo que valía un euro", a partir de 2005. "Los bancos incitaban al consumo de manera exacerbada. La gente sólo puede ser culpable de aceptar esa forma de vida, pero no se le puede exigir a un trabajador que no lo haga", cuenta Che, que reniega del modelo de negocio que rodea al libro. "Se convirtió en un circo, se venden los libros antes de que estén escritos", se queja.

En la Michelena se huía del automatismo del código de barras. En el centro de la tienda, tras el estrecho pasillo de la entrada, un equipo de sonido de hace décadas, con pletina de casete y tocadiscos, corona una pila de cajones con fotos de Cruyff, los Beatles, Fred Astaire con Ginger Rogers o un tanque en Praga en el 68, breve referencia política. "Coincidíamos más o menos todos, pero los posicionamientos eran individuales", explica Che, que no cree en el librero como "guardián de la moral". "No publicitábamos el Mein Kampf o los libros de Pío Moa, pero si alguien los quería, los pedíamos", recuerda.

Pero las ventas bajaron. Che incide en las compras del sector público. "Nuca se duda que las instituciones tengan dinero para pagar, pero la incertidumbre sobre cuándo no es buena en nuestro negocio". "Nunca pedimos una subvención para nada", asegura. "Las empresas tienen que automantenerse". ¿Cómo la Iglesia?"Bueno, más o menos, sonríe. También desmonta la idea de que la gratuidad de los libros de texto que impulsó el bipartito -y que eliminó el PP- afectase negativamente al negocio. "Yo siempre reclamé la gratuidad. Antes incluso se perdía dinero porque teníamos que comprar manuales nuevos cada año. Puede que perjudicase a algunos, pero no al conjunto de los libreros", aclara.

La Michelena cierra, pero deja una ventana abierta en Internet en la web www.libreriamichelena.com. Tampoco descartan un traspaso. "La idea es que el espíritu siga", indica Che. Hasta entonces, queda "agradecer a los clientes que nos aguantaron y pedir disculpas a los que dejaron de venir".

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