Operación Penélope
Caja Madrid y Bancaja negociaron bajo nombres clave durante las últimas semanas
Las últimas semanas han sido vertiginosas para Rodrigo Rato y José Luis Olivas, presidentes de Caja Madrid y Bancaja, respectivamente. Los dos sabían que estaban obligados a entenderse y que tenían un plazo limitado para recibir ayudas del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Además, el Banco de España ha estado apremiando a las dos entidades, afectadas por la crisis inmobiliaria, para que movieran ficha. En este periodo, tanto Rato como Olivas han visitado al gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, por separado en varias ocasiones para ajustar la operación. La última fue de Rato, un día antes de que se informara a los consejos.
Así que, confiándoselo solo a unos pocos de máxima garantía, aceleraron lo que se llamó Operación Penélope y los primeros contactos iniciáticos se convirtieron en negociaciones en toda regla. Posteriormente, las negociaciones han recibido distintas denominaciones a medida que iban entrando nuevos jugadores y la cosa se ponía seria, hasta rebautizarla como Operación Líder y, últimamente, Alaris, utilizando el nombre del tren que une Valencia con Madrid.
Como todo proceso de fusión, ha tenido sus altibajos, pero el tren llegó a la meta que se habían propuesto Rato y Olivas. La comunión de ambos con el PP -tanto la Comunidad Valenciana como la de Madrid, y en consecuencia las cajas, están controladas por el PP- ha facilitado las cosas. Cuando las negociaciones entraron en un camino que parecía irremediable, y de esto hace más o menos un mes, se lo comunicaron a Mariano Rajoy, que dio sus bendiciones. Para el presidente del PP, contar con la primera gran caja es un aliciente y no podía dejar pasar la oportunidad.
En la recta final surgieron varias reticencias por parte de los poderes políticos de una y otra comunidad que se resolvieron con mucha mano izquierda. Parece que el poder de convencimiento de Rato y Olivas ha sido suficiente. Olivas arrancó que la sede social del SIP (Sistema Integral de Protección) se sitúe en Valencia, con lo que convenció al presidente regional, Francisco Camps. Rato se encargó en una cena de convencer a la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, de que llevarse la sede social de la nueva entidad a Valencia no significaba que Caja Madrid dejaba de tener su sede en la capital y que, además, se quedaba con la sede operativa. Otra cosa será cuando el SIP sea una fusión definitiva; pero para eso tienen que pasar 10 años.
Rato ha logrado lo que quería. Desde que llegó a la presidencia de Caja Madrid, e incluso cuando soñaba con ello, tenía en la cabeza que su proyecto de convertirse en primera caja de España pasaba por alcanzar una integración con Bancaja. Segunda con tercera. Lo guardaba en su intimidad mientras en el sector se hablaba de fusión con la CAM y con Caja Galicia desde que su antecesor, Miguel Blesa, lo había esgrimido como máximo interés para crecer.
La difusión de estas intenciones provocó que tanto el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, como el de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, contraprogramaran con la fusión de sus dos cajas. El primero lo consiguió -al menos de momento, y a pesar de la postura del Banco de España- y Camps estuvo a punto. Pero la alicantina CAM no quería ni por asomo caer en manos de la valenciana Bancaja y al final acabó bajo el paraguas de CajAstur en uno de esos SIP que se han creado para facilitar el proceso.
A Rato, que se le criticó por dejarse segar la hierba, se le allanaba el camino por donde él quería. Olivas, por su parte, prefería seguir oteando el horizonte por si se presentaba alguna oportunidad. Al menos, eso era lo que aseguraba incluso en las últimas semanas, mientras el ex vicepresidente del Gobierno le perseguía a todas horas. Olivas ha demostrado que es un magnífico negociador. Como Rato, el ex presidente de la Generalitat Valenciana y ex consejero de Economía, con Eduardo Zaplana de presidente, tiene alma política y sabe tensar la cuerda. De esa forma ha logrado la sede social, quedarse con el 42% del capital -que sufrirá una dilución al incorporarse las otras cinco cajas del SIP-, presidir el grupo industrial, mantener el Banco de Valencia y que pocos en la comunidad le puedan rechistar.
En busca de un nombre con denominación de origen
Una vez aprobado el SIP, decidir los ajustes y fijar la cantidad que pidan al FROB, las siete cajas que lo forman (Madrid, Bancaja, Insular Canarias, Rioja, Segovia, Ávila y Laietana) deberán buscar un nombre. Mientras, los objetivos del Banco de España se cumplen y se allana el camino para preparar la nueva ley de cajas. Ahora hay que estar a la expectativa sobre los movimientos que puedan hacer otras cajas y que pueden renunciar a ayudas. Hay algunas que no se han metido en movidas, como las vascas e Ibercaja, y otras que han hecho pequeños escarceos, como Unicaja y La Caixa. Se supone que la caja que preside Isidro Fainé querrá recuperar el primer puesto en activos, aunque en resultados y rentabilidad destaca con mucho. -
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