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Columna
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Temores sobre política pesquera

La Comisión Europea acaba de confirmar, de nuevo, su fracaso en la gestión pesquera. El informe presentado en mayo sobre las posibilidades de pesca en aguas de la UE para 2011 viene a refrendar la falta de éxito de las medidas puestas en marcha desde que se aprobara la reforma de la Política Pesquera Común (PPC). Además, la continuidad de las acciones que se llevan a cabo no van a alcanzar los objetivos previstos para 2015, tal y como lo habían suscrito los Estados miembros en la cumbre de desarrollo sostenible de Johannesburgo.

El informe sobre las posibilidades de pesca para 2011 intenta desplegar un nuevo método de trabajo y propone cinco ejes directores. El primero, redefiniendo como objetivo de la PPC la opción de que las posibilidades de pesca se fijen en niveles que garanticen la explotación sostenible de los recursos atendiendo a los distintos planes económicos, sociales y medioambientales. El segundo, que las variaciones anuales de las cuotas se han de limitar a cantidades que las hagan posibles y viables. El tercer eje es que se deben establecer niveles de captura y de presión pesquera con perspectivas planeadas a largo plazo, limitando la extracción de los stocks sobreexplotados al tiempo que se promueve la reconstitución de los agotados. En cuarto lugar, que las proposiciones de captura se basen sobre recomendaciones técnicas. Finalmente, en quinto término, que se respete el principio de precaución, esto es, que se acepte y aplique el principio vinculante de la ley comunitaria sobre conservación y explotación sostenible de los recursos.

El último informe de la Comisión Europea confirma de nuevo el fracaso de su estrategia de pesca

Un análisis riguroso revela el enorme fracaso de la PPC y señala como temor que en 2015 no se llegarían a alcanzar los objetivos de lograr el Rendimiento Máximo Sostenible (RMS) en la gestión pesquera, ni tampoco la aplicación del principio de precaución.

Los datos muestran aspectos negativos y positivos. Entre los primeros, la sobrepesca y el agotamiento de los stocks, debidos a que los niveles de captura autorizados son demasiado altos. Los Totales Admisible de Capturas (TAC) adoptados por el Consejo de Ministros, a partir de las propuestas de la Comisión, sobrepasan en un 48% el nivel de capturas sostenibles. Además, las divergencias entre las propuestas de la Comisión Europea y las opiniones de los científicos siguen siendo muy elevadas y, como consecuencia, los niveles de variación del TAC se sitúan en porcentajes limitados.

En cuanto a los rasgos positivos, el número de stocks de los que se sabe que no están sobreexplotados ha pasado de dos en 2005 a 11 en 2010. Y el número de stocks en los que se ha formulado recomendaciones de parada de captura ha disminuido de 20 a 14 en idéntico periodo. Los que se sitúan fuera de los límites de seguridad también han descendido de 30, en 2003, a 22 en 2010. A pesar de los signos de mejora, los progresos son limitados; porque, lejos de que los stocks se recuperen, los esfuerzos pesqueros desplegados continúan siendo muy elevados y la sobrepesca en determinadas áreas y para ciertas especies concretas se mantiene a lo largo del último decenio.

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La razón de este estado de cosas hay que buscarla, de nuevo, en los propios sistemas de regulación pesquera. La Unión Europea prosigue apostando por un sistema de establecimiento de cuotas y un mecanismo de reparto bajo el principio de la estabilidad relativa. Y a partir esos procedimientos hay que constatar, una vez más, el fracaso.

El documento de la Comisión Europea sigue hablando de la "adaptación del esfuerzo de pesca", de "los ajustes en los esfuerzos"; y de los "planes a largo plazo". Pero siguen sin encontrar el camino adecuado para presentar un marco de sostenibilidad ecosistémica, puesto que no es capaz de modificar los actuales modelos de gestión, no se implementan medidas de control, ni tampoco se armonizan los mecanismos de sanciones para los infractores. El documento abunda en las referencias a los descartes, la pesca ilegal y enfatiza en los comités regionales.

Conclusión final: el documento expuesto es pobre en el análisis, decepcionante en los postulados y de escaso compromiso sobre el futuro. La realidad emerge por encima de todo y ello nos procura varias preguntas, pero, la fundamental es la relativa a la voluntad y al compromiso. ¿Están preparados y comprometidos los Gobiernos para afrontar estas nuevas situaciones? En suma, ¿existen ganas de ponerse manos a la obra para lograr los objetivos que se escriben en los papeles?

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