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Columna
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Un disparate copernicano

Una cacería política. Nada más y nada menos. Eso es lo que estarían practicando con el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, el partido socialista y algunos medios de comunicación. Haciéndose eco de una información sobre la apertura de una investigación al juez Garzón, según la cual habría hecho trampa en el reparto de causas de la Audiencia Nacional para asumir la instrucción del caso Gürtel, mientras las dos fiscales personadas en el asunto habrían escondido una grabación favorable al jefe del Consell, el portavoz parlamentario del PP en las Cortes y consejero de Solidaridad y Ciudadanía, Rafael Blasco, hizo unas declaraciones el pasado jueves que no tienen desperdicio. "Hay una mano negra, no hay más que verlo en algunas terminales mediáticas y en el PSOE que quieren ganar lo que no les dan las urnas, si no no se explicaría este nivel de tensión", proclamaba. "¿Por qué algunos medios que están en la cacería contra el presidente no le han dado la más mínima importancia a la investigación del Tribunal Supremo?".

La respuesta es obvia: porque no existe la supuesta investigación. Inducido por ese peligro público en que se ha convertido el diputado por Alicante Federico Trillo, que glosó la falsa noticia con la ampulosa proclama de que representaba un "giro copernicano" que podía tener "consecuencias gravísimas", todo el PP hizo el ridículo -un ridículo copernicano, cabría decir- saliendo en tromba a navegar la ola de semejante disparate. Por orden de jerarquía, desde luego, no ocuparía Blasco más que una posición subalterna tras el mentado señor de Murcia, el portavoz nacional, Esteban González Pons, o el propio Camps, tan excitado últimamente, lo que induce en su caso a la indulgencia con el desliz perpetrado.

Es cierto, todo el mundo puede equivocarse: periodistas, políticos, conquistadores de la isla de Perejil y hasta presidentes autonómicos acorralados por la mala cabeza y las hechuras gratuitas de unos trajes. El problema es la truculencia de un discurso público cuyo único objetivo es eludir la verdad, esconder las vergüenzas de una corrupción como una catedral y amedrentar a todo aquel, sea funcionario, juez, periodista, político de la oposición o ciudadano de buena fe, que pretenda esclarecer las sombras en el ejercicio de un poder implacable.

¿Terminales mediáticas? Hay que tener rostro para semejante infamia cuando uno lee, ve y escucha lo que se escribe, se televisa y se radia en esta sociedad valenciana convertida en coartada de cualquier abuso. "Ganar en los juzgados lo que las urnas les niegan...". ¿Qué tipo de argumento democrático es ese, cuando hablamos de cumplir la ley? A Blasco, a Camps, a González Pons y a ese señor de Murcia que aún no ha explicado lo del Yak-42 con sus 62 víctimas, y que no explicará sus maniobras para desprestigiar al sastre que reconoció haber vestido al jefe del Consell a cuenta de El Bigotes, cabría recordarles lo que se atribuye a otro gran astrónomo enfrentando al poder de la ignorancia: "Eppur si muove".

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