El momento de los tapados
Almagro reta a Verdasco y Soderling espera a Federer, la final del año pasado, en cuartos
El suizo Roger Federer venció 6-3, 7-6 y 6-2 a su compatriota Stan The Man Wawrinka en octavos de Roland Garros. El sueco Robin Soderling hizo lo mismo por 6-4, 6-4 y 6-2 con el croata Marin Cilic. Esos dos resultados juntos suponen lo siguiente: mañana, en cuartos de final, volverán a cruzarse el número uno del mundo y el número 10, los finalistas de la última edición de Roland Garros. Si vence Federer, ganador también en aquella ocasión, Rafael Nadal, que hoy juega contra el brasileño Thomaz Bellucci, no podrá recuperar ya el número uno en París, ni siquiera aunque gane el título.
Y aún así, Roland Garros no es solo eso. Roland Garros es el checo Tomas Berdych, temible desde que ha cambiado de raqueta, ganando contra el británico Andy Murray (6-4, 7-5 y 6-3). Roland Garros es un tenista mirando al cielo, rezando para que caiga la lluvia, cruzando los dedos para que se interrumpan los encuentros, silbado luego cuando la espalda y una pierna le obligan a decir que se retira (Jo Wilfried Tsonga, el único francés aún vivo abandonó contra el ruso Youzhny). Y Roland Garros, finalmente, es un deportista comarcal, "un jugador del lado oscuro", Nicolás Almagro, que hoy busca los cuartos contra Fernando Verdasco mientras sueña con ser el Soderling de 2010, el tapado, sorpresa latente, el dark horse de los británicos dándose a conocer en los octavos.
En la jornada de ayer, el checo Berdych acabó con el británico Murray
"Pero para ser favorito hay que hacer muchas más cosas", se ríe el buen murciano, en la mano un helado de nata compartido con José Perlas, su entrenador, especialista en poner orden en esquemas de juego y hábitos vitales desdibujados. "Hemos controlado más la alimentación, trabajado más intensamente la resistencia, y así me he puesto más fuerte", cuenta sobre su estilizada figura, alrededor de los cinco kilos perdidos. "Luego, siempre planteamos los encuentros pensando en hacer daño con mi tenis al rival, salga bien o no", continúa. "Estoy consiguiendo ser regular pese a todos los contratiempos. Es lo que me había exigido cuando empecé a trabajar con José: ser regular en los grandes".
La última vez que Almagro se topó con Verdasco fue, precisamente aquí, en París, en la segunda ronda del año pasado. Perdió.
"Lo que me gusta es que mantiene un orden dentro de la pista con la misma fuerza de siempre, lo que le abre más posibilidades a la hora de tirar", explica Perlas. "Los peros que le pongo son buenos, porque son mejoras, cosas para añadir", sigue. "Es parte de la vida, no solo del tenis, que el que tiene facilidad para algo, la parte del orden, o del esfuerzo para adquirirlo, la deja menos trabajada, más olvidada", continúa. "No creo que sea Nico el más talentoso ni el más habilidoso del mundo, pero tiene una mezcla de todo que le ha llevado a una posición respetable en el mundo del tenis. Evidentemente, para mantenerse en ese lugar, debe comprometerse y trabajar en consecuencia y en proporción al objetivo que se persigue. Viene llamando a la puerta desde hace tiempo".
Soderling ganó en octavos de 2009 ante un Nadal dolorido, ya erosionadas sus rodillas. Almagro, tenista de gran pegada, el número 21, se presenta en la misma ronda frente a Verdasco, que se siente "ante un examen cada día", según su entorno, "porque de eso se trata estar entre los mejores"; que se duele de una uña; que está bajo el radar de todos los jueces de silla tras sus insultos al público y a su rival en la final perdida en Niza; y que ha jugado, según quienes conocen su cuerpo y su mente al dedillo, "demasiado". "Pero si hace falta", dice el número nueve; "yo me infiltro el dedo. No me duele nada más. No será una uña lo que me impida jugar a tope unos octavos de final de un torneo grande".
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