Ajustes y reformas, mejor con decisión y consenso
Por los pelos, el paquete de medidas de ajuste fiscal fue convalidado en el Congreso de los Diputados. Se podían haber hecho las cosas mejor, con un amplio consenso entre las fuerzas políticas, pero ya está. El consenso hubiera añadido a las medidas efectos positivos, sin los cuales la efectividad de las mismas quedará limitada. Por un lado, la división política va a generar un empeoramiento de las expectativas de los consumidores e inversores, con el consiguiente retraimiento de su gasto, y por otro, la confianza y la credibilidad de los acreedores (me refiero a los que están financiando los abultados déficits y la enorme deuda acumulada, no a los especuladores) no mejora lo que debiera, por lo que siguen pidiéndonos tipos de interés más elevados. De hecho, el diferencial de la deuda española respecto a la alemana, situado en algo más de 150 puntos básicos, no se ha reducido.
Las medidas de ajuste afectarán negativamente a las perspectivas de este año y del que viene
La congelación de las pensiones se entiende; la Seguridad Social puede entrar en déficit en 2011
En este contexto, las perspectivas económicas para lo que resta del año y el que viene empeoran. Siento disentir de la OCDE, que esta semana hacía públicas sus previsiones de primavera y mejoraba marginalmente las correspondientes a España. Probablemente, en las mismas no están incluidos los efectos contractivos a corto plazo de las medidas de ajuste fiscal, tanto en España como en toda Europa, ni el empeoramiento de las expectativas. En Funcas también hemos revisado nuestras previsiones. En 2010, el ligeramente mejor comportamiento de la economía al comenzar el año y un contexto internacional más positivo también nos hubieran llevado a revisar al alza el PIB, pero ello ha quedado anulado al incluir los efectos de las medidas, por lo que mantenemos la caída del 0,7% que habíamos previsto tres meses atrás. Para 2011 recortamos medio punto porcentual el crecimiento, dejándolo en un magro 0,3%. Hay que tener en cuenta que la consolidación fiscal, las reformas estructurales y el saneamiento financiero tendrán efectos positivos sobre el potencial de crecimiento, pero a medio plazo; a corto, dominan los efectos contractivos de corte keynesiano. A pesar de ello, debemos estar todos convencidos de que la estrategia que, por fin, parece estar imponiéndose (saneamiento de los enormes desequilibrios financieros y reformas) es la correcta. Puede que a muchos les parezca dolorosa, pero a medio plazo dará resultado.
Mientras, y aunque no les prestemos mucho caso, siguen publicándose los indicadores habituales. Los más importantes de esta semana han sido los índices de comercio al por menor y la ejecución presupuestaria del Estado y la Seguridad Social. Las ventas al por menor pincharon en el mes de abril, dando una caída importante respecto a la media del primer trimestre del año
[gráfico superior izquierdo]. Ahora se ve que el adelanto de la Semana Santa respecto al año anterior favoreció las ventas en marzo y ha perjudicado las de abril, fenómeno que no está del todo corregido por las técnicas de ajuste de la estacionalidad y el calendario laboral. Probablemente, el crecimiento del consumo de los hogares que dio la contabilidad nacional en el primer trimestre también esté algo sesgado por este efecto, lo que es otro motivo para ser prudentes sobre el comportamiento de este agregado en el segundo trimestre, que, por otra parte, debería beneficiarse del efecto anticipación a la subida del IVA en julio.
Las cuentas del Estado hasta abril registraron una reducción del déficit del 18% respecto al mismo periodo del año anterior. Ello es debido a que los ingresos crecieron un 10% y no a que se reduzcan los gastos, que también aumentaron un 6%. Ahora bien, el aumento de los ingresos obedece en gran parte a diferencias de calendario y a que la parte de la recaudación que se queda el Estado aumenta este año, mientras que se reduce sustanciadamente la que corresponde a las administraciones territoriales. Los ingresos totales en términos homogéneos siguen descendiendo un 2,5%.
Por lo que respecta a la Seguridad Social, se mantiene el superávit, aunque va disminuyendo. Como se ve en los gráficos inferiores, los ingresos disminuyen y los gastos crecen por encima del 4%. A este ritmo, el año próximo el superávit podría trocarse en déficit. Será duro admitir la congelación de las pensiones, pero se entiende. -
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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