Respuesta a Wert
Agradezco de veras la respuesta que José Ignacio Wert ha tenido la amabilidad de escribir a mi artículo Nada justifica la desigualdad de voto, (publicado en EL PAÍS el lunes 24 de mayo) porque es en el debate y en la polémica donde las razones de unos y de otros han de mostrar su fortaleza. Por descontado, me temo que discrepo.
El término "igualdad de voto" puede entenderse de dos modos. A) Como igual poder de voto antes de la elección. Se trata de un derecho fundamental democrático que en España se encuentra pisoteado. Ejemplo: en las elecciones de 2008 el BOE dispuso que en Barcelona se eligiera un escaño por cada 125.154 ciudadanos y que en Teruel se eligiera un escaño por cada 36.841 ciudadanos. Es decir, que por ley los turolenses tienen 3,9 votos más que los barceloneses. B) Como proporcionalidad votos/escaños después de la elección. A esto yo no lo llamo "desigualdad" de voto, sino "desproporcionalidad" de los resultados. Wert lo llama "equidad" y defiende que se sacrifique a la "eficacia".
Aunque Wert afirma que "la ley española se inscribe entre las más equitativas", lo cierto es que España es uno de los países más desigualitarios (sentido A) y más desproporcionales (sentido B) del mundo. Es un dato empírico, luego uno de los dos se equivoca. Prueben a buscar en Google The value of a vote. En su página 11 verán que, en cuanto a desigualdad A, España ocupa el puesto 16 por la cola (de 78 países: nos ganan Tanzania, Andorra, Malawi...). Con respecto a la desigualdad B, toda la Ciencia Política asume que el español es el sistema más desproporcional de entre los proporcionales. Por eso lo afirma así el mismísimo Consejo de Estado en su Informe 2009 (Anexo II, pág. 26) y por eso, la verdad, no existe ni una publicación científica que recoja la sorprendente tesis de Wert de que nuestro sistema es muy equitativo.
Más allá de datos, lo que yo denuncio es la perversión moral de cierto enfoque. Para conseguir "la eficacia" (¿?) Wert no ve reparo alguno en lesionar la igualdad de voto (A), ya que es el único modo de alterar la proporcionalidad de los resultados (B) de modo que los resultados sean "eficaces". Lo siento, pero desde una perspectiva democrática me sigue pareciendo grotesco (el argumento, no su defensor). Son los electores, y no Wert ni nadie, los que deciden qué es "eficaz" para el país, y para eso su voto ha de valer igual.
A Wert quizás no le guste lo que ellos van a decidir con voto igual, e incluso puede que lo considere tremendamente "ineficaz", pero es que, mire, la democracia es así.
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