Los negocios de la duquesa
Sarah Ferguson, Fergie para sus numerosos amigos, duquesa de York para el público y ex esposa para el príncipe Andrés de Inglaterra, es una mina de inconveniencias y algo más: ¿estafa, extorsión, engaño, cohecho? Ha sido pillada con cámara oculta aceptando una oferta de 500.000 libras (600.000 euros) por parte de un supuesto inversionista para abrirle camino hasta su ex esposo y ganar con ello "ciento por uno". Andrés es algo así como promotor comercial oficioso de su país, por lo que puede hacer la fortuna de quien se le acerque.
Pero el negociante era un periodista del semanario News of the World, Mazher Mahmood, conocido como el falso jeque, especializado en enredar a la realeza, porque ya había tenido un encuentro en 2001 con Sophie, la condesa de Wessex, esposa del otro hijo de la reina Isabel II, Eduardo, a la que convenció de que era cliente potencial para una firma de relaciones públicas que entonces dirigía. La señora Ferguson se casó con Andrés en 1986 para divorciarse 10 años después, pero al cabo de episodios que la literatura al uso llamaría procaces, como cuando fue fotografiada en un yate mientras su asesor financiero le chupaba un dedo del pie, siempre ha andado mal de dinero.
Muy gráficamente le dijo al periodista que con las 15.000 libras (18.000 euros) anuales de pensión no tenía "ni para orinal donde mear". Pero el divorcio debió ser más que amistoso porque la Ferguson presume de vara alta con su ex marido, por lo que el acceso le abriría a Mohmood "cualquier puerta, y si usted me cuida yo también le cuidaré". Con todo, aunque aseguró que Andrés sabía de la entrevista -celebrada en un piso del Londres más aristocrático-, afirmó que el príncipe no percibiría comisión alguna por el servicio.
La dama sigue siendo duquesa de York, título que recibió como regalo de boda, vive en un apartamento de su ex esposo y tiene derecho al tratamiento de royal, pero quedó excluida de toda ceremonia oficial, y se asegura que eso es algo que nunca perdonará a la familia real.
Cabe que, como decía Andreotti, el poder destruya a quien no lo tiene, pero la riqueza que se tuvo y no se retuvo es tan o más devastadora.
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