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"Se me disparó y le di a la mujer, que no tenía ninguna culpa"

Juzgados dos hermanos por matar a tiros a una madre y su hijo en Tortosa

Luis Gabarri, El Mono, dijo que sintió tanto miedo que sólo se le ocurrió disparar a José Manuel Salvadó Gabarri, primo lejano suyo. Luego volvió a tirar y dio muerte a la madre de la víctima, que cayó fulminada junto a su hijo. Así se desprende del gélido relato de este doble homicidio cometido en Tortosa con el que Gabarri describió ayer los homicidios en el juicio a que está siendo sometido en la Audiencia de Tarragona. "Era una persona muy agresiva", narró el acusado con aparente entereza.

Gabarri se enzarzó el 18 de junio de 2008 en una pelea sobre drogas con José Manuel Salvadó Gabarri, Manolín, de 27 años. El enfrentamiento acabó con las muertes de Manolín y de su madre, de 60 años. El fiscal pide 31 años de cárcel para Luis, de 29 años, y 30 para su hermano Manuel Gabarri, El Tito, de 26. La defensa subrayó que los hechos fueron fortuitos y pidió la absolución para ambos.

El fiscal pide 61 años para los acusados, relacionados con el mundo de la droga

El juicio, crispado, sobrecogedor por la frialdad con que los hermanos narraron los hechos -"no soy un tirador profesional", se excusó el confeso autor del crimen por el disparo que mató a Manolín-, se paró en varias ocasiones por el griterío que reinaba en la sala. Parientes de las víctimas increparon a los acusados; unos y otros son miembros de una amplia familia de etnia gitana vinculada al mundo del hampa, la miseria y el menudeo de drogas en una zona, el casco antiguo de Tortosa, ya empobrecida sin crisis de por medio. "Con todo mi nerviosismo y el miedo que le tenía porque él era muy conflictivo, le disparé, con la mala suerte de que le dio en el pecho y cayó al suelo", admitió El Mono.

El hombre explicó que había ido al casco viejo de Tortosa para mediar en una bronca entre su cuñado y el fallecido. Este reclamaba a su pariente que le fiara la droga, pero la discusión terminó en una rebatiña por la sustancia estupefaciente y degeneró en tragedia. La víctima blandía una pequeña cadena y El Mono exhibía una escopeta. Mató a Manolín y acto seguido a su madre, que se le había echado encima para quitarle el arma. "Tenía miedo de que el cartucho que quedaba fuera a parar a alguien y con el forcejeo se me disparó", se justificó. "Le di a la mujer, que no tenía culpa ninguna", añadió con sorprendente simpleza. "Y nada, cayó al suelo".

El Tito, el segundo imputado, se expresó con la misma crudeza. "Me dijo que había tenido problemas con esa gente", explicó sobre el crimen. Subrayó que no estaba en el lugar cuando ocurrieron los hechos y que se limitó a ayudar a su hermano a huir y a deshacerse del arma. Luego añadió que el fallecido era una persona "temible" y "muy nerviosa", subrayando que el crimen no fue premeditado y que fue en defensa propia.

Juana P., la mujer de Manolín, que vivió el incidente estando embarazada y a centímetros de donde se encontraba la víctima, negó de plano estos argumentos. "Abrieron la puerta y dispararon a bocajarro. Fueron a quitarle de en medio", subrayó. La viuda detalló que no vio al autor de los disparos, pero explicó que estos se produjeron de forma consecutiva, lo que contradice la versión del forcejeo que apuntó el autor confeso. La mujer incidió en la fiereza de los imputados, quienes cometieron "conscientemente" el doble crimen, precisó. "Hubieran podido dar a los niños, a mi suegro o a mí. Si mi marido no llega a protegerme, me hubieran volado la mano", detalló.

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