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Necrológica:IN MEMÓRIAM
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Magistral Mariategui

Había anunciado Suso Mariategui, desde Madrid a su regreso de Nueva York, esa misma noche trágica, que asistiría a la última representación de La italiana en Argel, programada para hoy domingo en el teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria. Con el humor que le caracterizaba, hizo la reserva de dos localidades. Una parada cardíaca truncó los planes. Aún dura el aturdimiento por el impacto de la mala nueva. Y tan mala.

"Esta ciudad te fascina pero también te destruye. Tengo los pies destrozados de tanto caminar", comunicó como con ganas de reencontrarse con su gente de siempre, la gente que ahora ha de acostumbrarse a su ausencia, la que rescatará fotos y vídeos para evocar momentos y actuaciones. Era uno de los invitados habituales en mi casa en cada cita del 25 de diciembre, cuando comentaba con sabiduría alguna representación reciente o avanzaba sus intenciones para el año siguiente. Y cuando bromeaba, con agudeza e ironía, en torno a alguna personalidad, su infancia claretiana, un hecho religioso o un titular periodístico.

Ahí, en esas reuniones, con ese peculiar sentido del humor, se contrastaba su perfil de grande. Le conocía desde la época universitaria. Estaba claro que preferiría la música al derecho. Si entonces ya era gracioso y divertido, tales perfiles se acentuaron con el paso de los años en los que fue labrando con esmero la materialización de su sueño profesional: realizarse como artista, como cantante entre Madrid y Viena. Le avalaba la figura legendaria de Anton Dermota.

José Luis Gallardo lo definió atinadamente en cierta ocasión: "Entonación, estilo, justeza, expresividad y sentimiento -por decirlo casi todo, en fin- nos revelan un Suso Mariategui -mejor: lo confirman- como el gran tenor mozartiano que estábamos esperando". Ese juicio crítico es revelador. Es fácil decir ahora que ponía el alma en cada interpretación pero quienes le seguimos sabíamos de su sensibilidad para superarse y para perfeccionar desde aquel debut en Salzburgo, en 1971, con La flauta mágica. En sucesivas apariciones en el Festival de Ópera de Las Palmas de Gran Canaria, cantando Elisir d'amore, Don Giovanni, Otello o Don Pasquale, contrastamos el crecimiento del tenor, de un Mariategui lúcido y sólido, admirable, con su singular manera de frasear hasta la sublimación del dominio técnico.

Trabajó con otro grande, con Alfredo Kraus, en la Escuela Reina Sofía de Madrid. Su Majestad habrá lamentado también la pérdida de Suso, un notable estudioso de la obra de Mozart. La nobleza de Mariategui era también ponderada en sus clases magistrales y por los numerosos cantantes líricos españoles a los que guió. Una persona excelente, que se hizo querer, y que por tantas cualidades fue nombrado hijo predilecto de su ciudad natal en el año 2003.

En épocas recientes, buscó una tercera residencia en La Puntilla, una maravillosa casa desde la que seguir disfrutando, a su manera, con los suyos, del arte y de la música, arrullados por el oleaje de la playa Las Canteras. Allí, con su humor y su desenfado, con ese agudo sentido de la ironía, siguió dando clases magistrales mientras obsequiaba su amistad y su nobleza.

Lástima que esa escena no se repita ahora, tras La italiana en Argel. Le echaremos mucho de menos.

Jerónimo Saavedra Acevedo, Jerónimo Saavedra Acevedo, es alcalde de Las Palmas de Gran Canaria

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