Los que se sientan a ver qué pasa

En el vergonzoso asunto de la suspensión de sus funciones al juez Garzón, el Partido Popular ha empleado las mismas artimañas que ya utilizó en su día contra el doctor Montes, acusado por las autoridades sanitarias madrileñas de llevar a cabo sedaciones irregulares a pacientes terminales del hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid). Se construyen argumentaciones que permitan el procesamiento de aquel al que se quiere quitar de su puesto; se buscan cómplices, inexplicablemente, o no (véanse los intereses de los implicados en el caso Garzón), se llega incluso a obtener el apoyo de personas ligadas al PSOE o llamadas progresistas.

Estoy segura de que Garzón será declarado inocente de los cargos que se le imputan, como ya sucedió con el doctor Montes. Los creadores de esta tan bien tramada estrategia cuentan con ello, pero habrán conseguido sus objetivos principales: apartar del cargo al falsamente acusado, difamarle, amargarle la vida, y salir beneficiados en los asuntos que verdaderamente les importan: la privatización de la sanidad, el lucro en el fomento de cuidados paliativos y dilatar al infinito o hasta la absolución el juicio del caso Gürtel.

Lo peor de todo, el silencio de los profesionales, médicos y de la judicatura, que, salvo honrosas excepciones, miran lo que pasa sin enfrentarse a la farsa, defendiendo sobre todo las instituciones a las que pertenecen mientras los autores de la trama se encargan de destrozarlas. Convendría recordarles la frase, atribuida a Einstein, "El mundo es un lugar muy peligroso, no por las personas que hacen el mal, sino por los que se sientan a ver qué pasa".