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Columna
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Hagan juego, señores

España ha sido la reserva espiritual de Occidente, la hija predilecta de la Iglesia, la vanguardia de la revolución, una cárcel de pueblos, un eterno Barça-Madrid, en fin que hay imágenes para todos los gustos. Tonterías. No sé a qué vienen tantos juegos florales cuando lo que resulta evidente es que España es como un inmenso casino. No sean catastrofistas. Lo nuestro es una democracia, faltaría más, sólo que de tahúres. Los mercados nos olisqueaban como nueva presa y al gobierno sólo se le ocurrió amenazar a los especuladores criminales. ¡Qué falta de imaginación! El compañero caribeño ha sido más espabilado y acusa a los carniceros. Eso sí que queda bien en los medios: la poli llevándose esposado a un carnicero mientras la cuchilla de degollar le asoma por el bolsillo. Pero los especuladores... Hombre, especuladores, lo que se dice especuladores, nos hemos vuelto un poco todos. El que no haya comprado un piso con la esperanza secreta de que se revalorizase un 200 % en un año que tire la primera piedra. ¿Qué me dicen, que nuestro presidente autónomo, el pobre, no tiene piso a su nombre? Bueno, pues ya sabemos que no es un especulador criminal. Así se entiende que nos lo propongan como candidato pase lo que pase mientras ve pasar los cadáveres de sus enemigos.

¿Quién les impide apostar cada cuatro años?, vamos a ver. Lo bueno de los casinos es que sabemos que la banca gana siempre y que la diversión consiste en que te vacíen los bolsillos. Como aquí. Supongamos que juega a lo del pacto educativo, una especie de bacarrá en morboso. Pone su dinero en el PSOE porque le ha prometido que va a primar la excelencia: luego sale otro palo y el crupier se lleva sus fichas limpiamente mientras el nuevo plan de estudios empeora todavía más el anterior. A la jugada siguiente apuesta por las cartas del PP, que le ha convencido de que la solución es privatizar: otro fiasco, se referían a que entre todos paguemos a los niños ricos educados en colegios de curas y a los del pobre, que los zurzan. Pues anda que lo del Estatut: es como jugar a la ruleta y que salga a la vez passe y manque, un imposible estocástico.

Los buenos jugadores pierden millones sin inmutarse, eso de pegarse un tiro porque te acabas de arruinar es de pardillos. Al fin y al cabo, siempre aparece alguien que te presta, aunque sean los viejos. Llevábamos un par de semanas de infarto en las que sólo conseguíamos capear el temporal a base de zapear entre Canal Nou y la Sexta. Ahora va ZP y, después del tirón de orejas de Obama y de Bruselas, les pide prestado a los pensionistas y a las embarazadas. Vamos, como el pijillo dilapidador al que los padres y la vecina del quinto salvan in extremis con una inyección de fondos. Hagan juego, señores, hagan juego.

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