El ADN neandertal
Me sorprende cada día más la capacidad de nuestros líderes políticos, el del Gobierno y el de la oposición, para no ver más allá de sus narices y, sobre todo, la forma tan ostentosa en que muestran su absoluta incapacidad de ponerse de acuerdo en casi todo, con las dos honrosas excepciones de Grecia y las Cajas. Lamentablemente, en estos dos casos concretos no se les puede atribuir mérito alguno debido a que su margen de maniobra en los dos temas es simplemente cero. Algunas cosas se tienen que hacer sí o sí, y ambas pertenecen a esa clase de asuntos. El embrutecimiento de nuestra clase política, directamente proporcional al empeoramiento de la crisis, no augura nada bueno para los sufridos ciudadanos, que seguimos derrochando con nuestros políticos una paciencia digna de mejores metas. Resulta obvio que sería interesante para el Gobierno conseguir acuerdos. Pero resulta igualmente claro que la oposición y su táctica de no dar ni agua, sin proponer ninguna medida concreta y cuantificada, no consigue despegar con claridad en las encuestas y la valoración de su líder sigue siendo bastante dudosa, incluso entre su propio electorado.
Ante la realidad, nos encontramos con ciertas actitudes: un cierre de filas ante casos de corrupción, perdonando todo lo que haga falta si el afectado es "uno de los nuestros", es decir, apelando a la "tribu"; mantenimiento de posiciones a ultranza, que tratan de ganar como sea al rival, en una especie de "sostenella y no enmendalla", aunque en algunos asuntos todos los organismos internacionales y los propios mercados urgen a tomar decisiones, es decir, de nuevo la "tribu" por encima de todo; por último, nos queda el miedo, a tomar decisiones duras en el caso del Gobierno, y a llegar a acuerdos necesarios, en el de la oposición. Apelación a la tribu y miedo. Al final, va a ser cierto lo descubierto por los investigadores sobre el 4% de nuestro ADN, que ha resultado proceder de los neandertales. Me gustaría pedir a nuestros políticos que utilicen el ADN neandertal en su justa proporción y dejen al 96% restante de su carga genética comportarse como homo sapiens, cuyo cerebro está más evolucionado.
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