Problemas de 'casting'
El líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, ha dado por zanjado el problema surgido con el vicesecretario general del PSOE y ministro de Fomento, José Blanco, a quien había reprochado falta de apoyo y cariño, sobre todo por su resistencia a confirmarle como candidato (aunque fuera in péctore) a la presidencia de la Comunidad de Madrid. La forma que ha tenido Gómez de zanjar el problema ha sido agradecer a Blanco su apoyo y cariño, con lo que negaba su propia acusación.
Se trata de uno de esos enredos que suelen darse en las comedias y en los partidos, una mezcla de amor propio y celos en la que es difícil discernir si se trata de un problema de paranoia o de uno de aplicación de técnicas de luz de gas, destinadas a convencer a alguien de que es un paranoico.
Gómez, alcalde de Parla (Madrid) durante ocho años, fue el edil más votado de España en dos elecciones consecutivas (con el 75% de los sufragios). Esa aureola le sirvió para ser sugerido por Zapatero como sucesor de Simancas al frente del Partido Socialista de Madrid (PSM).
Sin embargo, desde muy pronto comenzó a cuchichearse a sus espaldas (sobre todo en Ferraz) que era un aspirante de poco peso para enfrentarse a Esperanza Aguirre: poco conocido, según las encuestas, y sin carisma. Sus defensores argumentaban que lo que más había fracasado en Madrid, especialmente en el Ayuntamiento, eran las figuras llegadas de lo alto que o desistían en el último momento o se presentaban, perdían y, en vez de pelear desde la oposición, se volvían a sus ocupaciones.
Así estaban las cosas cuando en febrero pasado se desmelenaba Gómez diciendo, en tono de héroe del Dos de Mayo, que el PSM "no es el patio trasero de Ferraz" y que los socialistas madrileños no iban a "tolerar paracaidistas en las candidaturas". A lo que añadió luego que José Blanco favorecía desde Fomento a Esperanza Aguirre.
Todo ello convenció a sus detractores de que, en efecto, no era un buen candidato. En el PSM parece haber, por tanto, problemas de casting; a no ser que alguien esté aplicando la estrategia de Charles Boyer contra Ingrid Bergman en Gaslight, película de G. Cukor aquí traducida como Luz que agoniza.
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