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Reportaje:Final a cuatro de la Euroliga

París exige un Barça fiel a su estilo

Pascual apela a las señas de identidad del equipo azulgrana para tumbar al temible CSKA

Robert Álvarez

Desde que perdió en las semifinales de la pasada Euroliga contra el CSKA de Moscú, el Barcelona lo ha ganado todo y no ha habido rival capaz de amenazar su hegemonía. Tres faltas personales de Navarro en siete minutos y tres triples y 13 puntos casi consecutivos de Siskauskas en el último cuarto condenaron al Barça en la final a cuatro de 2009. Eso fue en Berlín, donde el equipo ruso, entonces dirigido por Ettore Messina, ahora técnico del Madrid, dejó en la cuneta al equipo azulgrana para caer acto seguido, en la final, ante el Panathinaikos. Hoy, en París, los caprichos de la competición vuelven a poner frente a frente a los mismos rivales, el Barça y el CSKA, antes de que se midan los otros dos tenores del año, el lujoso Olympiacos de Papaloukas, Childress, Teodosic y Kleiza y el sorprendente Partizán de Belgrado, una vez más capaz de reinventarse para volver a la élite.

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La lección se la sabe al dedillo Xavi Pascual, el entrenador del Barça. La sufrió en sus propias carnes y la ha visto varias veces, no hace tanto, cuando era un sufrido seguidor más de un conjunto que rozó el éxito en tantas ocasiones. Así es la final a cuatro: exigente y, al tiempo, ingrata para los tres cuadros que se quedan a un palmo de la cima. Y el Barça es precisamente el más perseverante, con más presencias que ningún otro, 11, pero a la vez uno de los menos recompensados, con sólo un título, el de 2003, con Bodiroga, Jasikevicius y un Navarro en el inicio de su exitosa carrera. Pascual es consciente del perfil traidor del torneo. "Tan importante es cómo te desenvuelves y cómo gestionas las emociones que cómo llegas", previene.

El Barça presenta las mejores credenciales del cuarteto. Es el que menos partidos ha perdido tanto en la Euroliga, dos, como en su Liga nacional, tres. Es el que menos puntos recibe, 65 de media, 5,5 menos que el CSKA, y sólo es superado en los puntos anotados por el Olympiacos, con 87 por sus 79,9. "Nuestro recorrido es bueno y nos tiene que dar confianza. El camino nos debe hacer más fuertes", subraya Pascual. Pero matiza su afirmación con un par de argumentos: "No hay que olvidar que sumamos tan sólo un título y que el CSKA ha estado en las últimas cuatro finales".

El cuerpo técnico del Barça visualiza una semifinal especialmente marcada por la excelencia de la línea de jugadores exteriores del CSKA, Holden, Langdon, Siskauskas y Planinic, a los que se añade un Khryapa que está jugando de ala-pívot, pero que es muy versátil y tiene un buen tiro exterior. Pascual está convencido de que su equipo está preparado para no incurrir en el error de hace un año: "Entonces dominamos el partido con una buena ventaja que se esfumó en un momento y no supimos tener la paciencia para pensar en las siguientes jugadas". Ricky Rubio, de 19 años, apostilla: "Si somos capaces de imponer nuestro estilo, nuestro ritmo, y controlar las emociones, tendremos muchas posibilidades".

Cada equipo expuso sus motivaciones especiales un día antes de la cita en un cónclave celebrado en el Ayuntamiento de París. El CSKA desea continuar haciendo historia pese a los cambios, empezando por el de su entrenador, ya que Eugeny Pasutin relevó a Messina, y continuando por los de dos jugadores que hoy tendrá enfrente porque ficharon por el Barça, Lorbek y Morris. El Partizán se empeña en ratificar su excelencia como fábrica inagotable de gente sobresaliente. El Olympiacos, a su inversión, añade un factor anímico extra. Yannakis, su venerado técnico, no hizo ascos cuando le preguntaron sobre la influencia de la aguda crisis económica de Grecia: "Esa situación nos afecta a todos y es muy triste. El baloncesto siempre ha sido un deporte clave para la sociedad griega. Siempre nos fijamos objetivos ambiciosos y queremos demostrar que los podemos alcanzar con serenidad".

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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