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Reportaje:

La factura de los años del 'boom'

El ladrillo deja 140.900 parados con bajo nivel formativo - La economía tendría que crecer más que antes de la crisis para absorberlos - Su futuro es oscuro

Ignacio Zafra

Juan Carlos Coleto llega con un colega al servicio público de empleo de la avenida del Puerto, en Valencia. Nació aquí cerca. Sus amigos le llaman Larry. Tiene 28 años. Es alto. Flaco. Lleva los brazos tatuados. Dos años en paro. Le quedan dos meses de prestación por desempleo. "Estuve trabajando cinco años en la obra. Todo me fue bien hasta que llegó la crisis. Yo llegaba a cobrar hasta 3.000 euros. Buenos sueldos, aunque casi todo en negro, en verdad. Nómina, nómina, como mucho 1.500. Pero desde que empezó la crisis, de lo que es la construcción, encofrado, albañilería, no hay faena por ningún lado". Aprobó tercero de la ESO. Abandonó en cuarto. En estos dos años no ha hecho ni un curso de formación. Cuenta que pidió hacer uno sobre placas solares y que no le han llamado.

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La recesión ha tenido un impacto demoledor en el sector. En 2007, el año en que todo el mundo oyó hablar de las hipotecas basura, se alcanzaba el récord de trabajadores empleados por la construcción: 327.906 personas en la Comunidad Valenciana. Un 14,8% de todo el empleo. Uno de cada siete trabajadores.

En poco más de dos años, el sector ha perdido 140.900 empleos: un 43% de lo que llegó a ser, según la última Encuesta de Población Activa (EPA). Se trata, con mucho, de la actividad más castigada. Le sigue la industria, que se ha dejado un 29%. El ladrillo emplea ahora al 9,6% de los trabajadores.

Las previsiones para el sector de la construcción son malas incluso una vez se haya dado la recesión por concluida. "¿Qué va a pasar?", se pregunta Ismael Sáez, secretario general de la federación del Metal, Construcción y Afines (MCA) de UGT-PV: "Todo el mundo decía que el ritmo de 800.000 o más viviendas construidas al año en España no podía mantenerse. Esa cifra no respondía sólo a la necesidad real de vivienda sino a inversiones especulativas. Parece más probable que se hagan en torno a 400.000". La mitad.

Matilde Mas, catedrática de Análisis Económico de la Universitat de València, adscrita al Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), señala que sólo los trabajadores del sector de la agricultura tienen menos cualificación que los de la construcción (aunque los de la industria se hallan a la par).

Las previsiones para el ladrillo son malas, el nivel de formación de sus 140.000 parados es bajo, y su futuro se antoja muy oscuro, coinciden los expertos consultados antes de que la última oleada de la EPA confirmara el empeoramiento del problema.

"La economía valenciana ya precisaba crecer a un ritmo rápido, entre el 2% y el 2,5%, para crear empleo en los buenos tiempos de la construcción, que no volverán en mucho tiempo. El problema ahora es que no está claro qué sector podría sustituir a la construcción como generador de empleo", expone José García Montalvo, profesor de la Universitat Pompeu Fabra e investigador del IVIE.

"Además, sea cual sea el sector que lo reemplace, en principio no tendrá su enorme capacidad para generar empleo. Eso quiere decir que la economía valenciana necesitará crecer incluso más rápido que en el pasado para crear empleo", añade.

Durante la era de expansión, de 1995 a 2007, la economía valenciana creció mucho en términos de Producto Interior Bruto (PIB) y de empleo a costa de experimentar lentísimos avances en productividad. "Una economía de estas características está abocada al fracaso", afirma Mas. La construcción fue el sector que más empleo creó. Pero también el que más lastró la productividad. "Eso es común a casi todas las economías. Nuestro problema es que, puesto que la construcción pesa mucho, sus consecuencias negativas sobre la productividad del trabajo agregada ha sido muy superior". La construcción representaba el 11,84% del Producto Interior Bruto (PIB) español en 2007. En la comunidad autónoma representaba el 12,42%: más peso, más problemas.

Después de 25 meses deslizándose por la pendiente, el mercado inmobiliario valenciano dio una tenue señal de recuperación en febrero: la compra de viviendas creció un 2,2% respecto al mismo mes de 2009. El repunte fue muy inferior al de España (18,7%), pero lo hubo. El segundo semestre de 2009 experimentó incluso un leve incremento del empleo (4.526 trabajadores). Pero fue un espejismo explicable, en parte, por los planes de estímulo: en los tres primeros meses de 2010 se han perdido 27.000 puestos de trabajo.

En marzo, el Gobierno, tras haber insistido en el cambio de modelo, anunció un plan para crear 350.000 empleos en el sector fomentando la rehabilitación. La Generalitat, por su parte, ha cerrado filas en torno al actual modelo económico. "No parece que los responsables políticos y económicos estén reflexionando mucho. Según todos los indicios, se limitan a esperar que el ciclo cambie y todo se relance de nuevo", opina el catedrático de Sociología y miembro del IVIE Ernest Reig.

Parte de la enorme bolsa de parados del sector, cree Ismael Sáez, de MCA-UGT, se resolverá por el regreso de extranjeros a sus países. Y por lo que dice esta mañana Juan Carlos Coleto, puede que los inmigrantes no sean los únicos en marcharse. "Yo me voy a tener que ir fuera, seguro. Ya he estado mirando para ir a Dubai, Nigeria, Argelia... Por todos lados hay trabajo menos en España". Cuenta Coleto que las ofertas de empleo las hace El Pocero. Las ha visto en Internet: "Quiere contratar españoles para llevárselos fuera. Pagan la estancia, dietas y 3.000 euros al mes. Eso han dicho".

Alivio ecológico, problemas sociales

"Es un hecho que la recesión está siendo relativamente buena para el medio ambiente. En los dos últimos años las emisiones de gases de efecto invernadero se han reducido por primera vez en décadas", afirma Ernest Reig, catedrático de Sociología en la Universitat de València, investigador del IVIE, y uno de los mayores expertos valencianos en sostenibilidad.

A escala local, prosigue, ha ocurrido lo mismo: "Entre 2000 y 2005 los planes urbanísticos proyectados en el País Valenciano habrían supuesto cubrir de cemento más del 1% del territorio, el equivalente a la construcción de una nueva ciudad de Valencia. La recesión ha paralizado muchos de esos proyectos y, por tanto, ha aliviado algo unos niveles de presión ambiental demasiado altos".

La crisis, el estallido de la burbuja inmobiliaria y el consecuente hundimiento del sector (más acentuado en un territorio especializado en vender segundas residencias) han dejado altísimas tasas de desempleo. "Pero eso no es una razón para volver a las andadas", opina Reig, "sino para comprender que el modelo de crecimiento ya no sirve: o produce paro o produce destrucción ecológica. Es incapaz de mejorar la vida de la gente sin destruir las bases naturales que la sostienen. Y a la inversa".

En un mundo ideal, la solución pasaría por reciclar a los desempleados de la construcción para que pudieran insertarse en actividades de mayor valor añadido. Pero esa tarea no es fácil. "Aumentar la calificación de la gente no es barato ni rápido", advierte Reig.

Las cifras de matriculación universitaria y de formación profesional confirman un cierto regreso a la formación. "Sin embargo", matiza el profesor José García Montalvo, "para muchos jóvenes esta vuelta al sistema educativo quizás no sea una opción si tienen que hacer frente al pago de una hipoteca o de los gastos familiares. Y tampoco está claro qué formación o reciclaje deberían recibir. ¿Los mandamos a hacer los típicos cursos de Windows del viejo Forcem (Fundación para la Formación Continua) o del Fondo Social Europeo? Cualquier formación no vale. En educación, el más es mejor no suele funcionar".

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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