Espectáculo para 'voyeurs'
Público variado para el primer Salón Erótico de Barcelona
"¿Recuerdas que hoy es el Día de la Madre?", rezaba un pequeño cartel colocado sobre un cúmulo de vibradores, esposas forradas de terciopelo y envases de lubrificante, entre otros. Este era uno de los muchos puestos que se podían encontrar en el Salón Erótico de Barcelona (SEB), heredero del antiguo Festival de Cine Erótico (FICEB). El salón atrajo, sobre todo, a jóvenes, pero también a algunas parejas y a hombres solos. Algunos, armados de cámara de vídeo.
Ayer fue el último día del salón, con una asistencia de público aún por determinar. Sin embargo, Max Cortés, portavoz de los organizadores, consideró que la afluencia fue "considerable y satisfactoria". La voluntad del SEB es la de ofrecer un punto de encuentro entre profesionales de la industria del sexo, normalizar el sector y entretener y hacer disfrutar a los visitantes con sus actividades lúdicas, talleres, puntos de venta de artículos sexuales y actuaciones en vivo de estrellas porno. Esta última fue la actividad que a más público atrajo.
Ama Mónika actuaba ayer en uno de los nueve escenarios en los que se ofrecían espectáculos de todo tipo y pensados para público de diferentes orientaciones sexuales. Ató con cuerdas a una mujer de mediana edad, con la cabeza cubierta por una máscara de cuero, con carnes fofas, senos caídos y bragas por encima del ombligo. Puso pinzas de tender la ropa en sus pezones y derramó cera sobre ellos. Practicaban disciplinas de dominación y sadismo.
Unos metros más allá, con más éxito entre el público, Samia Duarte, de 22 años, hacía su show individual sobre una tarima, acorralada por decenas de cámaras de asistentes. Hace sólo dos meses, era camarera de un lujoso hotel de Barcelona, hasta que le ofrecieron hacer una escena para una página web. Le encantó y decidió entrar en este mundo. La familia está contenta, asegura. Al menos, su tía y su hermano van a verla a sus espectáculos. Ella se considera "feliz" con el porno.
Jorge Ballentinos, actor de género gay con cinco años de experiencia, actuó también ayer en uno de los escenarios. Se dedica al negocio más por razones de supervivencia que por placer, dice. "Disfruto mucho más con mi pareja. Esto sólo es un trabajo, algo mecánico", explicó.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.