"El entorno de Sarkozy me quiere destruir"
Sólo hay un momento en que sus ojos se iluminan y su cara se deja alumbrar con un recuerdo feliz, pero, ojo, sólo es eso: un momento fugaz, único y rápidamente controlado. Y es cuando Rachida Dati, la estrella fulgurante de la Francia de Sarkozy hoy caída en desgracia, recuerda los viajes destartalados de cuatro días atravesando España para llegar a Marruecos, 11 hermanos en el coche, a pasar el verano.
¿Quién no ha visto esas caravanas de coches de matrícula amarilla serpenteando las carreteras calientes de agosto para cruzar España rumbo a su raíz? Sabíamos que nosotros les mirábamos y atisbábamos en ellos esa Francia rica y con trabajo para generaciones de magrebíes. Pero ellos también nos miraban, y veían una España atrasada que hacía su propia ruta hacia la modernidad. "Adoro España, un año íbamos por Madrid y al año siguiente por la costa, si nos perdíamos, todos nos ayudaban señalándonos la dirección a Marruecos", dice riendo. "Y he visto el desarrollo de este país desde muy cerca, avanzar año a año".
La ex ministra francesa sabe que muchos no perdonan al que sale de la nada
Es Rachida Dati, hija de padre marroquí, madre argelina, nacida en Saint-Rémy en 1965, la mujer que escaló de la banlieue hasta el Gobierno francés y que hace un año fue expulsada del Olimpo rumbo al Parlamento Europeo. Y aquí está, desayunando fruta y más fruta con té junto a la plaza de Santa Ana de Madrid.
Ella es juez, licenciada en Derecho y en Administración de Empresas y ex ministra de Justicia, pero los títulos que más ha aireado la prensa no son los académicos. El último escándalo fue la acusación de que estaba tras los rumores de una separación de Sarkozy y su esposa, Carla Bruni.
"Yo diferencio entre el presidente y su entorno. No sé qué ha llevado a su entorno a querer destruirme, porque ha habido una verdadera operación de destrucción, pero han fracasado". Es contundente, rápida y marca límites.
-¿Es musulmana?
-Soy francesa, nacida en Francia, y lo que se refiera a mi religión es una cuestión privada.
-¿Usted ha llevado velo?
-He nacido en Francia y soy francesa, no lo he llevado y para mí nunca se ha planteado esta cuestión.
-Pero usted es un icono de la diversidad. ¿Está satisfecha de ese papel?
-No hay que ponerse un traje demasiado grande y yo llevo un traje demasiado grande.
Y los pinchos de melón, fresa y piña van cayendo uno tras otro con más fluidez que la conversación. Dati es consciente de las portadas sensacionalistas que analizan al milímetro su exilio en Bruselas, como fue partícipe de aquellas en las que exhibió un glamour que atragantó a la opinión pública, incluido el borrado de un lujoso anillo de diamantes con Photoshop. O del escándalo que suscitó su regreso al trabajo cinco días después de dar a luz. "El primer derecho de las mujeres es poder elegir: elegir trabajar o elegir quedarse con su hijo. Cada opción es respetable". ¿Y cree que ser mujer la ha beneficiado o perjudicado? "Yo sola represento muchas cosas: soy mujer, mis padres extranjeros, soy moderna -con perdón-, he partido de la nada y he llegado muy alto y muy rápido; todo eso puede crispar a algunos, eso me da igual".
¿Víctima de un establishment que no admite al advenedizo? ¿O un poquito, también, víctima de sí misma? Como la bollería en el plato, ahí queda la cuestión.
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